La estructura narrativa en el cine de Hong Sang-soo
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Ham Cheon-soo (Jeong Jae-yeong) es un director de cine originario de Seúl, que visita una ciudad de provincia, en Corea del Sur, debido a que la universidad local ofrece una retrospectiva sobre su obra; posteriormente, impartirá una clase magistral a los estudiantes. Pero Ham, por equivocación, llegó un día antes del evento y tendrá que matar el tiempo pese a que no hay mucho qué hacer por ahí, aparentemente. Primero, entabla diálogo con una chica admiradora de su cine, que le pide la considere para asistirle en su próximo proyecto; luego juntos van a patinar en hielo y quedan para, después de que Ham descanse un poco, quizá juntarse por la noche. Antes de ir a su hotel, Ham hace escala en un recinto para la oración y el reposo del alma y el cuerpo, que es a un tiempo templo y lugar de descanso. Ahí, después de un momento, llega una bella y enigmática joven, Yoon Hee-jeong (la formidable Kim Min-hee), a quien Ham le saca plática. Yoon es pintora (está intentando consolidarse como tal) y lo conoce a él de nombre, sabe de su fama, aunque no ha visto sus filmes. Los dos pasan el resto del día juntos: beben café, conversan sobre el arte de Yoon, comen sushi y beben soju (mucho soju), tanto que parecen comenzar a enamorarse, pero también el suficiente como para ir abriendo las puertas de información incómoda sobre la vida de Ham. Y posteriormente, de pronto, todo vuelve a empezar. Ham se sienta a dormitar en el mismo santuario y, casi de inmediato, Yoon llega ¿de nuevo?; él le hace la plática y, desde otro ángulo, se repite el proceso de conocer uno al otro y, después, de encariñamiento en el que, constantemente, se asoman destellos de amor. En la aparente reiteración del encuentro, se van coleccionando ligeras –aunque decisivas- variaciones en los diálogos, reacciones, tonos, actitudes y decisiones cuyas pequeñas consecuencias, por supuesto, van alterando el desenvolvimiento de la historia respecto a la primera experiencia y, no podía ser de otra forma, también modifican el desenlace.
Hong Sang-soo (La mujer es el futuro del hombre) es, actualmente, uno de los autores más idiosincrásicos trabajando en el cine. Su voz y su estilo son inmediatamente reconocibles. No es extraño en él por ejemplo, como en el caso de este filme, hacer uso de movimientos bruscos de cámara o, incluso, los satanizados ‘zooms’, si bien siempre incorporándolos dentro de la calculada y rigurosa puesta en escena que en todo momento despliega. La forma de utilizar la voz en off en la primera versión de la historia (el tono, la cadencia), abona a la sensación de realidad enturbiada, lo que un poco más tarde se evidencia. La inflexión vocal de Ham al narrar, y su forma de desempeñarse (particularmente con Yoon) también son marca registrada de Sang-soo: impregnadas de una candidez y una inocencia que en ocasiones rayan en la bobaliconería y pueden llegar a resultar exasperantes. Pero en esta ocasión, a diferencia de en filmes suyos como Hahaha, o incluso en En otro país, además de insistir en las interpolaciones ya sea de personajes, de memorias, de deseos o del tiempo sobre el tiempo mismo, en la absorción de elementos que parecen autobiográficos, y en la minuciosa observación de seres humanos que interactúan rozando el absurdo, opera una vuelta de tuerca que descansa, en buena medida, en el distanciamiento de la ingenuidad: en la repetición de la historia dentro de Justo ahora, mal entonces, el personaje de Ham es más resuelto, menos titubeante, sin ser necesariamente opuesto de manera sustancial al Ham del relato original. Pero esa transformación -a partir de mínimos detalles aquí y allá- es la que va alterando la realidad (como la conocimos al inicio) y, por consiguiente, el modo en que Ham y Yoon interactúan e intiman. Si bien en contextos muy diferentes, Justo ahora, mal entonces hace recordar In the mood for love (Wong Kar-wai), en cuanto a la caprichosa forma en que el amor se solaza con una pareja; pero también a El azar de Kieslowski, o a Corre, Lola, corre de Tykwer con la diferencia en que en este caso más que el azar, la coincidencia o la fatalidad, lo que trastoca la historia es la diferente actitud con que los protagonistas la tejen, quizá solamente a partir del estado anímico preciso en un instante determinado; o, tal vez, como resultado de lo que nuestra mente fragua para, más tarde, recomponer la evocación de un recuerdo. ¿Se trata de la emancipación del tiempo o de un desahogo del inconciente? ¿O simplemente estamos ante un homenaje a la forma en que el cine puede deconstruir nuestra noción de la realidad? En cualquier caso, y con su característico sentido del humor (acaso con toques de perversión), Sang-soo ha confeccionado con Justo ahora, mal entonces un filme absolutamente, eh, memorable. Y encantador como pocos.
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Fecha de estreno en México: 14 de octubre, 2016.