En 1973, Bill Randa (John Goodman) y Houston Brooks (Corey Hawkins) –dos científicos que encabezan un grupo de investigadores– acuden a la oficina de un poderoso e influyente senador de Estados Unidos (Richard Jenkins) para pedirle financiamiento en una importante y peligrosa misión: explorar una isla desconocida ubicada en el Pacífico Sur. Al principio son rechazados, pero a medida que la guerra de Vietnam se aproxima a su fin, el senador considera que la Guerra Fría continuara y lo ideal es ganarle a los soviéticos en todos los aspectos, incluyendo las exploraciones geográficas. Una vez que la misión es aprobada, los científicos conforman un variopinto grupo de excursionistas entre los que se encuentran un rastreador británico (Tom Hiddlestone), una fotógrafa de guerra (Brie Larson), varios soldados estadounidenses (Jason Mitchell, Shea Whigam, Thomas Mann y Toby Kebbell) liderados por el teniente coronel Preston Packard (Samuel L. Jackson). Después de algunos contratiempos, todos ellos llegan a la enigmática isla habitada por criaturas peligrosas que pretenden derrocar al poderoso y mítico guardián de la región: Kong.

Kong: La Isla Calavera (Kong: Skull Island, 2017) es un filme de acción con elementos del cine de aventura que pretende otorgar nuevos detalles en torno a la mitología de uno de los monstruos más icónicos en la cultura popular. Con un guion elaborado por Dan Gilroy, Max Borenstein y Derek Connolly, el joven cineasta estadounidense, Jordan Vogt-Roberts (The Kings of Summer, 2013), confecciona la primera película de Kong (claro, sin contar aquellas en las que pelea contra Godzilla) que está enteramente contenida en la isla sin la necesidad de recurrir a esa extraña fijación que el gigantesco gorila desarrolla por una mujer rubia. Uno de los aspectos más atractivos del filme radica en la manera que se representa la mentalidad de los soldados, hombres que han luchado varios años en una guerra sin sentido que, cuando son trasladados a otra misión, desean aniquilar todo aquello que pasa frente a sus ojos. Pero no importa cuántas veces Vogt-Roberts muestra los helicópteros formados en un cielo naranja para aludir a Apocalypse Now (1979) si no está completamente convencido de hacer un filme antibélico. A diferencia de Gareth Edwards –quien en Godzilla ocultó al monstruo durante largos periodos para favorecer la tensión de las reacciones humanas–, Jordan Vogt-Roberts prefiere que el personaje titular aparezca a cada momento bajo distintos ángulos y, principalmente, protagonizando vibrantes e hiperestilizados combates. A pesar de que cuenta con un gran elenco, ninguno de ellos consigue crear un personaje entero y complejo. Cada uno ofrece atractivas pinceladas que funcionan por momentos –la valentía de Brie Larson, la astucia de Tom Hiddleston y la tosquedad de Samuel L. Jackson– pero los esfuerzos son insuficientes por llevar el barco a buen puerto. Después de tantos ataques y persecuciones, los personajes mantienen sus peinados perfectos, son inmunes a las amenazas; en lugar de ver personas que luchan por sobrevivir en un contexto hostil, vemos celebridades que pasean en una región exótica. John C. Reilly es el único actor capaz de darle una identidad propia a su personaje, cuya gracia y serenidad se conjugan para que sea la voz de la razón y el único corazón honesto en la Isla Calavera. La escena de los créditos finales seguramente emocionará a todos aquellos que desean ver una batalla monumental entre monstruos, pero esto también puede desvirtuar la importancia de los seres humanos en este universo expandido. En última instancia, Kong: La Isla Calavera no inquieta ni asusta, tampoco emociona ni sorprende, sólo entretiene ¿será eso suficiente? 

Fecha de estreno en México: 10 de marzo, 2017.

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