Después de trabajar durante 11 años como velador en un deshuesadero de autos, Toño (Damián Alcázar) acepta un trabajo mal pagado en una gasolinera de una desolada carretera de San Luis Potosí. Un día se reencuentra con uno de sus viejos patrones (Fernando Becerril), que ahora es el encargado de una compañía constructora que se dedica a reparar las carreteras. El ingeniero le ofrece un nuevo empleo a Toño que consiste en pintar la línea que divide los dos carriles de una carretera que conecta dos pueblos de aquel estado de la república. Gabriel (Joaquín Cosío), Atayde (Silverio Palacios), Mario (Gustavo Sánchez Parra) y Pablo (Américo Hollander) también son contratados para trabajar bajo las órdenes de Toño. El grupo variopinto, conformado por cinco perfectos extraños que tienen en común la soledad y los apuros económicos, debe trabajar para, en un lapso de 15 días, pintar la línea amarilla de los 217 kilómetros de la carretera.
La delgada línea amarilla (2015), producida por Guillermo del Toro y dirigida por el joven cineasta mexicano, Celso R. García, tiene al personaje de Toño como epicentro del relato. En este sentido, Damián Alcanzar interpreta de manera convincente a un hombre amargado, desilusionado y agobiado por el remordimiento del pasado, pero que busca con firmeza y constancia cumplir la tarea para la que fue contratado. El trabajo es difícil; largas caminatas de sol a sol y la marcha contra el tiempo antes de la llegada de la temporada de lluvias son los principales obstáculos, aunado a las dificultades fricciones inesperadas que surgen entre los miembros del grupo. Da la impresión que el director y guionista se inspiró directamente en la película islandesa Á annan veg / Either Way (Gunnar Sigurðsson, 2011), y esto podría restarle originalidad e inventiva a su relato. No obstante, de manera ingeniosa, perspicaz y verosímil el guión retrata al grupo que vive aislado del resto del mundo y está esclavizado bajo los ritmos de la naturaleza haciendo muy cotidiana y real cada una de las dinámicas que surgen entre los cinco hombres que deben aprender a conocerse y superar la desconfianza inicial, al mismo tiempo que descubren nuevos métodos para resistir los embates de la vida. A pesar de estos aciertos, el filme se tambalea debido a sus imperfecciones al momento de reflexionar sobre la soledad y la redención, ya que Celso R. García tiende a crear falsos e innecesarios sentimientos (el surgimiento –de la nada– de un romance idílico entre Pablo con una joven que apenas conoce), enfatizar los hechos evidentes y otorgarle valores simbólicos –asociados a la pérdida, el dolor y el perdón– a muchas de las situaciones emocionales que viven los personajes.
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Fecha de estreno en México: 2 de septiembre, 2016.