Un grupo de personas de la tercera edad entran por la parte trasera de un teatro, caminan tras bambalinas hasta llegar al proscenio, que está adecuado con lámparas que iluminan una silla que le da la espalda a una sala teatral. “Si tiene más de 80 años y quiere contar su historia, llámeme o déjeme un mensaje”, con esa promesa es que estas personas se presentan en una entrevista, esperando que alguien quiera escuchar sus historias. Aldo y Gabriella, resultan ser los elegidos, una pareja que se conoció cuando eran jóvenes y que son diametralmente opuestos. La narración de su vida se ve enmarcada por las historias de los demás, hombres y mujeres que han pasado una vida al lado de otra persona, y cuentan –desde su experiencia-, lo complejas que pueden ser las relaciones de pareja.
Adriana Loeff y Claudia Abend, quienes previamente habían trabajado juntas en Hit (2008), se adentran, en La flor de la vida, a un matrimonio que exteriormente puede parecer perfecto, pero -gracias a la meticulosa lente de las directoras- son observables las grietas que han hecho imposible la convivencia de la pareja. Aldo Macor, es un hombre sumamente narcisista que todo el tiempo desea tener los reflectores sobre él; posee una actitud arrogante y a la vez infantil, pues la atención –incluso de las directoras- debe ser exclusivamente para él. Gabriella Pelissero es todo lo contrario; es tímida y modesta antes las cámaras, por lo que ella imagina que mientras más lejos esté de todo esto, es mucho mejor. Esa es la dinámica sobre la que esta pareja se cimienta; él toma el rol de líder y ella lo sigue durante muchísimos años hasta que, muy poco tiempo antes de que iniciara la grabación del documental, Gabriella decide abandonarlo. Esta acción rompe los esquemas del carismático, aunque obstinado hombre, quien a una edad muy tardía comienza a experimentar los estragos de la soledad. Utilizando el concepto que afirma que los opuestos se atraen, las directoras estructuran una historia de amor a través de videos vacacionales que la pareja ha acumulado durante 48 años de matrimonio, y dejan claro que la idea del amor que cada uno posee es muy distinta, al punto de un día simplemente desvanecerse. Eso queda plasmado cuando, aquello que Gabriella en un inicio consideraba una cualidad seductora en Aldo, ahora lo ve como un gran defecto que la irrita y sobre el que no hay marcha atrás. Loeff y Abend no sólo estructuran su filme a partir de la vejez y el abandono, sino a través del tiempo, de aquello que nadie puede escapar –lo observamos en todos esos rostros arrugados y esos ojos envejecidos, de los que alguna vez nos habló Jarvis Cocker en la canción Help the Aged-, ni siquiera ese amor que intenta luchar contra la monotonía y las malas experiencias vividas puede alejarse de él.
La flor de la vida forma parte de la gira AMBULANTE 2018