"Con un cubito de hielo en el culo, porque con eso los hombres gimen como locos."- Whores’ Glory
El documental del cineasta austriaco Michael Glawogger ofrece un tríptico de la vida cotidiana de las prostitutas. La gloria de las prostitutas (Whores’ Glory, 2011) abarca tres regiones del mundo: (“Ciudad de la Alegría" en la provincia de Faridpur, Bangladesh, “El acuario”, una fría sala en Bangkok y “La zona” en el norte de México), en las que los precipitados relatos de las mujeres y sus “pretendientes” que dan vida la cinta, se unen a las repeticiones visuales, casi rituales, de su día a día para conservar oculto, hasta el final del trabajo de Glawogger, el acto sexual. Y aunque la presencia del coito es casi inexistente, la cinta con la que el documentalista de 53 años cierra su trilogía sobre el trabajo conformada por Megaciudades (Megacities, Austria-Suiza, 1998) y La muerte del trabajador (Workingman´s Death, Australia-Alemania, 2005), no es un relato sobrio, al contrario, Whores 'Glory infla el impacto del documental con imágenes estilizadas y sobresalientes canciones –que oscilan entre el folk, el blues moderno y rock, y que incluye tracks de CocoRosie, Die Antwoord o P.J. Harvey– para mantener un ajustado equilibrio entre la insistente revelación del mundo de la prostitución y la respetuosa mesura que los personajes que capta con su lente merecen.
Whores' Glory, con sus protagonistas sin nombre, capta situaciones que dibujan un panorama complejo de la profesión y, en la medida de lo posible, protege, retrae, pero también encuadra la esfera privada de sus mujeres con un trabajo que se ancla sobre todo en lo afectivo, a partir de tomas y composiciones elaboradas con un patrón genuinamente cinematográfico alejado del sentido pedagógico, didáctico o periodístico que suele dominar un ala conocida de la producción documental. La cinta termina en Reynosa, México, en una zona de tolerancia para la prostitución cerca de la frontera con Texas; es diciembre: "Hay regalos para toda la familia y estamos jodidos", un breve instante en el que la culminación del poder de la palabra y la consciente imagen del trabajo de Glawogger permite, más que la gloria de su irónico título, que las putas presencien finalmente su dignidad.
JAR (@franzkie_)
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