En pleno siglo XV, después de un largo viaje desde Occidente en busca de la ansiada pólvora, dos mercenarios –el inglés William Garin (Matt Damon) y el español Pero Toval (Pedro Pascal)– llegan al norte de China donde son detenidos por la Orden Sin Nombre, una fuerza de élite de soldados chinos responsable de defender el Imperio Medio. Ahí, los dos extranjeros descubren que, de acuerdo a una antigua leyenda, los ‘tao tei’ (monstruos que simbolizan la codicia) llegan cada 60 años con la intención de escalar la muralla para cruzar al otro lado y aniquilar a todos los seres humanos del planeta.
En su más reciente filme, La gran muralla (The Great Wall, 2016), el cineasta chino, Zhang Yimou, se mantiene fiel al sello distintivo de su estilo visual: la amplia y saturada gama de colores –las diversas unidades del ejército tienen su propio color de acuerdo al rango–. Esto proporciona bellas imágenes de colores en movimiento en cada una de las secuencias. Además, el director recurre a varios planos cenitales para, desde el cielo, mostrar la majestuosidad de la muralla –aunque se trata de una impecable reconstrucción elaborada en Wanda Studios en Qingdao, y no del monumento original–; mientras que las acciones en medio de la neblina proporcionan una atmósfera enigmática –casi mitológica- sobre las incertidumbres del mercenario William en plena zona de guerra contra feroces monstruos. A pesar del toque artístico de Zhang Yimou –que se percibe en cada una de sus largas exploraciones panorámicas– y su esfuerzo por recuperar varios elementos de la cultura china –por ejemplo, el emotivo funeral de uno de los generales de la Orden Sin Nombre–, el realizador opta por el entretenimiento y la espectacularidad visual para entregar una efectiva aventura de acción y fantasía, pero carente de profundidad histórica y reflexiones oportunas.
Fecha de estreno en México: 3 de febrero, 2017.