La leyenda de Tarzán (The Legend of Tarzan, 2016) gira en torno a un Tarzán adulto (Alexander Skarsgård) que, hace algunos años, abandonó el lugar donde nació –las selvas de África– para recuperar su herencia y hacerle honor a su linaje convirtiéndose en John Clayton, Vizconde Greystoke, y vivir en compañía de su esposa, Jane Porter (Margot Robbie), en la Inglaterra aristócrata del siglo XIX. Tarzán es abordado por George Washington Williams (Samuel L. Jackson), un veterano de la Guerra Civil de Estados Unidos que le pide que lo acompañe al Congo como un emisario del comercio de la Cámara de los Comunes. En privado, Williams le informa a John Clayton que su verdadera intención es utilizar la fama del “hombre mono” como un medio para que se investigue lo que realmente está sucediendo en la región del Congo, ahora ocupada por las fuerzas del capitán Leon Rom (Christopher Waltz), un enviado del rey de Bélgica, Leopoldo II.
David Yates no es un novato; el director británico se dio conocer con los tres últimos episodios de la popular saga de Harry Potter, y ahora vuelve a demostrar que posee un amplio sentido del entretenimiento al sacarle provecho a los efectos visuales para confeccionar imágenes cautivadoras de atractivos paisajes y animales salvajes, así como las impresionantes acrobacias que ejecuta Tarzán en la selva. Sin embargo, por momentos, tiene una mirada ingenua sobre lo exótico que junto con el exacerbado uso de la tecnología digital termina por distorsionar las locaciones haciendo que cada uno de los entornos sea demasiado artificial. Yates retoma la mitología de Tarzán –creada por Edgar Rice Burroughs– como telón de fondo de una serie de cuestiones políticas e históricas en torno al colonialismo que Europa ejerció sobre territorios africanos a finales del siglo XVIII y principios del XIX, todo ello rodeado de un discurso humanista en contra de la esclavitud, pero con una postura demasiado indulgente y superficial, ya que termina, desgraciadamente, sucumbiendo a la acción carente de emoción. A pesar del cuerpo esculpido de Alexander Skarsgård y la belleza radiante de Margot Robbie, la dinámica entre ambos actores se percibe sumamente plana y sin matices de lo que representa su peculiar historia de amor. Los orígenes de Tarzán son mostrados al espectador mediante una serie de flashbacks que irrumpen de manera irregular a lo largo del relato. La conjunción de las dos historias de Tarzán (sus orígenes narrados de manera no lineal, y su nueva aventura en tiempo presente) convergen de manera poco satisfactoria quedándose en un retrato superficial e irregular sobre una figura casi mítica, y utilizando los temas de la esclavitud y el genocidio de manera poco impactante y sin sentido del verdadero drama humano.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex
Fecha de estreno en México: 8 de julio, 2016.