En la ciudad de San Francisco, a principios del siglo XX, vive Eric (Jason Clarke), un médico encaprichado con los misterios de la mente que atraviesa un proceso de luto por la pérdida repentina de su esposa, y que se convierte en un adicto al láudano para lidiar con los dolores y traumas del pasado. Sus servicios son contratados por Winchester Rifle Company, cuyos representantes corporativos buscan sacar del poder a la viuda del fundador, Sarah (Helen Mirren), a través de un examen médico y psicológico profesional. Al mudarse a Winchester Estate, en San José, por unos días para analizar a Sarah, Eric se enfrenta a una enorme casa que se encuentra en un estado permanente de expansión y remodelación, convirtiéndose en un laberinto de fuerzas sobrenaturales que se encuentran dentro. Mientras que la sobrina de Sarah, Marion (Sarah Snook), intenta seguir siendo una voz de la razón, su hijo, Henry (Finn Scicluna-O'Prey), ha sucumbido a un fantasma malévolo, poniendo a Eric nervioso mientras intenta enfocarse en su trabajo, sólo para ser absorbido por los secretos de la mansión y la posible locura de Sarah, sin saber cómo procesar tales descubrimientos sobrenaturales.
En Jigsaw (2017), los hermanos Michael y Peter Spierig podían confiar en el sensacionalismo de las trampas y la sangre, pero en La maldición de la casa Winchester (Winchester, 2018), los directores no pueden descubrir cómo crear miedo sin recurrir a dispositivos de tortura. Incluso los ‘jump-scares’ se encuentran colocados en los momentos más predecibles siempre anunciados por algún recurso sonoro que se precipita a la acción. El trabajo de fotografía de Ben Nott (Skin Trade, 2014) es temperamental y detallado, generando hábilmente puntos de tensión a medida que Eric comienza su descenso hacia la propiedad de Winchester, que posee muchos rincones oscuros para explorar. El diseño de producción de Matthew Putland (House of Wax, 2005) también es sobresaliente; apegándose a las características del estilo arquitectónico ‘queen Anne’, Putland genera un paisaje sombrío en constante evolución al interior de la casa de Sarah, que ofrece un diseño laberíntico y ornamentación de la época destacando las fachadas asimétricas y las distintas texturas de los aleros y las cubiertas dependiendo de los materiales (madera, piedra, metal). El guión de Tom Vaughn (Playing House, 2010) posee unas cuantas ideas atractivas, incluida la culpa extrema de Sarah por las muertes causadas por los rifles que fabricó su esposo. Es un nivel de vergüenza que debería ser más significativo para la trama, pero sólo se utiliza como decoración, buscando un clímax de redención más convencional en lugar de inspeccionar varias capas psicológicas de la vergüenza.
Fecha de estreno en México: 9 de marzo, 2018.