Roman (Efim Petrunin), un atractivo y atlético joven sumamente disciplinado en sus entrenamientos de natación, decide formalizar su relación con la tierna Marina (Viktoriya Agalakova). La pareja de enamorados desea sellar su amor con un matrimonio, por lo que se comprometen y comienzan los preparativos. El futuro esposo es llevado por sus amigos a una casa -ubicada en una zona boscosa cerca de un lago- para su despedida de soltero. Aunque todos los hombres que están en la reunión se sienten fascinados con la presencia de unas chicas semidesnudas que bailan y beben en exceso, Roman se siente incómodo y decide salir a nadar al lago. Sin saberlo, en esas aguas se esconde un espíritu malévolo, el de una sirena, que cautiva al joven. Al momento de besar a la mítica figura, Roman es víctima de una maldición que lo comienza a perseguir día y noche causándole malestares corporales y visiones espeluznantes. Aunque desesperada por no saber qué ocurre, Marina le brinda cariño y ayuda a su prometido, pero la sirena se aferra cada vez más fuerte a los talones de su víctima. El director y guionista ruso, Svyatoslav Podgaevsky (La novia, 2017), recupera una figura de las leyendas eslavas, la rusalka, para trasladarla a la época actual y confeccionar un relato de horror que, en sus momentos más destacados, busca reflexionar en torno al tema de la salvación en nombre del amor. La Sirena (Rusalka: Ozero myortvykh, 2018) es un filme irregular debido a que oscila entre las convenciones del género (música intrusiva que manipula la tensión, súbitas apariciones de la antagonista, pesadillas constantes y repentinos despertares que alivian) y su intención de alejarse del terror sediento de líquido rojo (la cámara nunca está interesada en mostrar el derramamiento de sangre) para orientarse más hacia el lado thriller místico -con elementos de drama familiar- que paulatinamente revela los secretos del padre de Roman, figura clave para comprender la maldición que acecha al joven.
Fecha de estreno en México: 25 de enero, 2019.