Después de un robo mal dirigido y con desfavorables consecuencias, tres criminales: el experimentado Walker (John Malkovich), el impaciente Stacy (Adrien Brody) y el enfermizo y toxicómano Gage (Rory Culkin) se esconden en un almacén abandonado, donde tendrán que esperar el momento conveniente para huir de la policía que se acerca. Sin embargo, una vez ahí dentro, descubren que más que tratarse de un refugio, han caído en una trampa que los mantendrá atrapados y donde harán lo posible por sobrevivir a una amenaza extraña que los circunda: un viejo perro de pelea territorial que, por su pasado, está furioso con los hombres.
El más reciente filme de Paul Solet (Grace, 2009), La trampa (Bullet Head), reúne a un elenco que, podría pensarse, garantiza la calidad del trabajo que está por verse. Sin embargo, y a pesar del talento del que se rodeó, el director estadounidense se las ha ingeniado para entregar una película que roza con lo ridículo y lo simplón. Si bien los diálogos y las referencias (más textuales que visuales) a los filmes de mafiosos y gánsteres, podrían parecer un homenaje a lo mejor de aquel género cinematográfico, lo cierto es que Solet no logra sino realizar lo que parece ser un intento insulso de mezclar Reservoir Dogs (Dir. Quentin Tarantino, 1992) con Cujo (Dir. Lewis Teague, 1984). La inverosimilitud del filme no está en lo que se nos relata (en pocas palabras: tres criminales asediados por un perro de pelea que devora humanos), sino en el tratamiento: es tan superficial la manera como se aborda a los personajes (sus vidas pasadas y sus heridas psicológicas), son tan forzados los diálogos (las groserías son un elemento común en los filmes de criminales, pero aún ellas parecen impostadas, al grado que las actuaciones se aplanan, casi como si los protagonistas estuvieran leyendo el guión) y recurre a tan pretenciosas estrategias narrativas y visuales (en las yuxtaposiciones espacio-temporales, en la perspectiva de cámara desde la visión del canino y en un surrealismo toxicómano que surge de pronto) que nunca termina de construirse una línea dramática con la que el espectador pueda relacionarse.
Fecha de estreno en México: 2 de febrero, 2018.