Jake (Russell Crowe) es un exitoso novelista –ganador de un Pulitzer– que, después de un accidente automovilístico, queda viudo y debe hacerse cargo de su pequeña hija Katie (Kylie Rogers), mientras hace frente a los síntomas de un trastorno mental grave que afectan su capacidad cerebral orillándolo a una serie de dificultades para continuar con su trabajo como escritor. 27 años más tarde, Katie (Amanda Seyfried) es una hermosa joven que vive en Nueva York; aislada de sus familiares, la joven combate los demonios y traumas de su infancia y lucha contra su incapacidad de enamorarse, especialmente cuando conoce a Cameron (Aaron Paul), un hombre atento y bondadoso.
Desde su incursión en Hollywood con En busca de la felicidad (2006) –filme protagonizado por Will Smith y su hijo, Jaden–, el cineasta italiano, Gabriele Muccino, continúa explorando sus temas predilectos (las relaciones afectivas, las rupturas familiares, los errores del pasado y la ejecución de un sacrificio supremo por parte de alguno de los personajes para alcanzar una liberación colectiva), pero ya no con el genuino interés que se percibía en sus obras tempranas (Come te nessuno mai, 1999; Ricordati di me, 2003) sino únicamente como armas de chantaje emocional para crear melodramas que buscan la lágrima fácil en el público. En Lo mejor de mi vida (Fathers and Daughters, 2015), su noveno largometraje como director, Muccino aprovecha el guión del debutante Brad Desch para mostrar la desintegración familiar, las “serpientes” que buscan dividir aún más los lazos afectivos, los recuerdos dolorosos, el trauma infantil, el lagrimeo exagerado por parte de los actores para sobrecargar una narrativa con llantos, gritos, desmayos y las dosis no controladas de momentos dulces y cursis. Siguiendo la estructura de díptico que ya había empleado en L'ultimo bacio (2001), Muccino transita entre pasado y presente para mostrar la manera en que la infancia de Katie afecta su vida adulta. Sin embargo, la construcción de este personaje poco a poco cae en los estereotipos sobre una mujer que utiliza su cuerpo para sanar las heridas de la mente. Incluso, los problemas psicológicos de Katie no tiene mucho sentido debido a que ella, por lo que se muestra en pantalla, vivió con el cariño y amor de su padre. Las inseguridades y miedos de la joven respecto al amor se perciben falsas, sin una explicación coherente respecto a su pasado, y sólo devienen como una licencia dramática empleada por el director para engañar al público con la intención de llevarlo a un falso momento de catarsis.
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Fecha de estreno en México: 27 de mayo, 2016.