Durante la época victoriana, Eggs es un niño que, desde bebé, fue criado por Fish y su comunidad, una serie de pequeños monstruos que visten cajas y viven debajo de las calles de Cheesebridge, ciudad británica ficticia cuyos habitantes sienten una fuerte atracción por el queso. En las noches, Eggs y los boxtrolls suben al mundo humano para transitar las calles husmeando en los botes de basura con la intención de encontrar elementos y artefactos que puedan serles útiles. Conforme crece, Eggs se percata que es diferente a los boxtrolls, y decide salir de la caverna donde fue educado, para explorar el mundo exterior y descubrir qué pasó con sus padres. Ahí es cuando descubre el plan de un malvado hombre que pretende eliminar a todos los monstruos con la intención de pertenecer a la aristocracia y poder cumplir su sueño: degustar toda variedad de quesos.
Producido por Laika –compañía norteamericana especializada en la animación stop-motion y responsable de Coraline (2009) y ParaNorman (2012)– y codirigido por Graham Annable (artista que cuenta con una amplia trayectoria en los sectores de la animación, la ilustración gráfica y los videojuegos) y Anthony Stacchi (diseñador de efectos visuales), Los Boxtrolls (The Boxtrolls, 2014) –adaptación cinematográfica de Here Be Monsters! (2005), novela escrita e ilustrada por Alan Snow– plantea los temas de la identidad, la búsqueda de los orígenes y la eterna relación (no siempre cierta) que, desde la Edad Media, ha permeado en las sociedades occidentales: la maldad está asociada a la fealdad física. Aunque los temas son tratados con cierta ligereza y el desenlace presenta resoluciones muy simples, desde una perspectiva adulta también se trata de un cuento sobre la envidia y el exterminio de una especie. Hay una escena cautivante durante los créditos finales donde dos de los personajes comparten una reflexión con tintes existencialistas e imaginan un mundo en el que cada uno de sus movimientos es manipulado por gigantes invisibles que disponen de ellos para filmarlos en las cámaras. Son breves segundos de encanto e ingenio que contagian el entusiasmo por la magia de la animación. El filme destaca por su impecable, contundente y elegante animación. Los escenarios, las marionetas y sus vestuarios, reflejan un trabajo pulcro que mezcla el aspecto artesanal con la tecnología 3D.
LFG (@luisfer_crimi)
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