Dirigida por Patrick Hughes (Red Hill, 2010), la tercera entrega de Los indestructibles nuevamente reúne a Barney Ross (Sylvester Stallone), Lee Christmas (Jason Statham) y el resto del equipo para, en esta ocasión, enfrentarse cara a cara con StoneBanks (Mel Gibson), quien hace años cofundó el grupo de mercenarios The Expendables junto a Barney. Los años convirtieron al alguna vez benévolo y al servicio del estado, Stonebanks, en un despiadado asesino y comerciante de armas, al que Barney tuvo que matar hace un tiempo por el bien del mundo...o al menos eso es lo que pensaba. Pero Bankstone, quien eludió la muerte, busca vengarse y acabar con Los indestructibles, por lo que Barney tendrá que luchar contra su viejo y poderoso enemigo, para lo que utilizará un nuevo plan: incluir sangre joven en el grupo de guerreros que lidera, para que su juventud, rapidez e, incluso, destreza geek, los ayude a ganar una misión donde el choque entre la vieja guardia de mercenarios y las nuevas tecnologías al servicio de “los malos” harán del campo de batalla un lugar impredecible.
En Los indestructibles 3, Sylvester Stallone, guionista y creador de la idea base de la serie de cintas que han reunido a diversos actores de acción de Hollywood –en franca decadencia- desde 2010 (The Expandables) como un grupo ultrafuerte de mercenarios, introduce a un puñado “fresco” de estrellas con la esperanza, de darle un “respiro” y un cambio al veterano arco de su elenco estelar. Sin embargo, el fichaje joven con nombres como Kellan Lutz (Crepúsculo) o la debutante y peleadora de MMA, Ronda Rousey, no hacen mucho por evitar que, la reunión de las estrellas que en algún momento dominaron la cartelera de cintas de acción, se sienta como un forzado y poco espectacular desfile de las habilidades de estas celebridades (patadas en el aire, lanzar cuchillos, disparar a gran distancia), que es adornado con un sinnúmero de consignas de autodesprecio (basadas en su edad y en, paradójicamente, sus caducos métodos de lucha) que en lugar de resultar cínicamente cómicos, son fatigosos, poco imaginativos y, en última instancia, un innecesario comentario sobre las glorias pasadas de los “Rambo”, “Rocky”, “Blade” o “Terminator” que alguna vez cimbraron con su poder y fuerza la pantalla.
JAR (@franzkie_)