Fabijan (Krešimir Mikić), un joven sacerdote, es enviado a una pequeña isla para auxiliar al anciano párroco. A los pocos días se percata de la baja tasa de natalidad de la región. Para contrarrestar la situación, Fabijan se une a Petar (Nikša Butijer), un vendedor de condones, y deciden hacer pequeñas perforaciones a los preservativos para que éstos dejen de cumplir su función principal. El farmacéutico, Marin (Dražen Kuhn), se adhiere al plan sustituyendo las píldoras anticonceptivas por pastillas de vitaminas. De manera casi inmediata, se eleva el número de embarazos, y también el número de bodas y surgen nuevas familias. La isla adquiere fama de “tierra fértil” que, incluso, parejas extranjeras –con problemas para tener hijos– arriban a la comunidad en busca del milagro.
Aunque el sexo es uno de los temas principales de Los niños del cura, el realizador croata, Vinko Brešan, adapta hábilmente –con sarcasmo, ironía y un ligero toque de melancolía– la polémica obra de Mate Matisic, y logra conjugar el entusiasmo sexual de los habitantes de una aislada comunidad con las buenas intenciones de un hombre religioso. Brešan emplea la comedia para aproximarse a discusiones sociales que surgen en Croacia como la oposición de la Iglesia Católica a la educación sexual en las escuelas. Y aunque por momentos el tono resulta caricaturesco y descabellado, la disparidad entre forma y contenido (un sacerdote que, de alguna manera, promueve el no uso del condón) es el elemento cómico, pero crítico y severo, más destacado del filme. Los niños del cura fue, en 2013, la película local más taquillera y la tercera más taquillera de todos los tiempos desde que Croacia se consolidó como país independiente.
LFG (@luisfer_crimi)