La atroz persecución que el presidente Calles ordenó en contra de los católicos y sus tradiciones representa uno de los episodios más tétricos de la historia de México, y el que propició el nacimiento del movimiento Cristero. Matías Meyer, en su película, omite todo análisis o explicación histórica al respecto. Para los interesados está, por ejemplo, el pormenorizado trabajo de investigación de su padre, Jean.
Matías opta por la contemplación, particularmente de los rostros de un grupo de cristeros, los últimos –nos dice el título– y de la naturaleza que recorren en un viaje de profunda introspección respecto a la pertinencia de defender sus ideales hasta su consecuencia extrema. La elección de campesinos en lugar de actores para interpretar a los cristeros es un gran acierto. Algunos momentos que son capturados, en especial los de duda y reafirmación, son destacables. Sin embargo, Meyer cae en la autocomplacencia de regodearse con que la naturaleza y el estudio de los rostros hagan la mayor parte de su trabajo.
AFD(@SirPon)