Cancelan el estreno de Lucifer en la Cineteca Nacional porque es un filme "para gente educada"
Entrevista con el director, Gust van den Berghe
Un extraño (Gabino Rodríguez) se le aparece a dos mujeres, María (Norma Pablo), y su abuela, Lupita (María Acosta). Al topárselo, no le hacen mucho caso. Pero él insiste hasta meterse a su casa, so pretexto de conocer y curar a Emanuel (Jerónimo Soto Bravo), el hermano de 74 años de Lupita, que durante cuatro años ha fingido no poder caminar para poder emborracharse y apostar a escondidas. El extraño “cura” a Emanuel, lo obliga a caminar y, tras "el milagro", se hace llamar “un ángel”. La familia le organiza una fiesta para celebrarlo, a la que el pueblo entero asiste. Pronto, el “ángel” demostrará de qué trataba verdaderamente su milagro.
Las imágenes de los altavoces en Angahuan, Michoacán, por donde sus habitantes se comunican entre sí y pretenden hacer que Dios los escuche, son el motivo visual de Lucifer, el tercer filme del belga Gust van der Berghe (Pequeño niño Jesús de Flandes, 2010; Pájaro azul, 2011), con el que cierra su trilogía sobre la fe. Se trata de una adaptación de la obra del mismo nombre del poeta neerlandés del siglo XVII, Joost Van Den Vondel trasladada a un pueblo mexicano difícil de ubicar en el tiempo. Aunque hay algunos rasgos que indican vínculos con el presente urbano (sobre todo por marcas de productos comestibles que todos conocemos en México), la gente que retrata (todos actores naturales, salvo Gabino Rodríguez) sigue vinculada a usos y costumbres que parecen lejanos en el pasado. Esta atemporalidad facilita el desarrollo de los temas esenciales en las tres películas del director (las anteriores fueron filmadas en Flandes y Togo): el encuentro entre el bien y el mal, la pérdida de la inocencia, y la construcción de una moral. Los primeros dos actos de la narración, en los que se establece la situación y sus consecuencias, se desarrollan con el tono didáctico de una pastorela, pero en el tercer acto, donde normalmente se nos presentaría la moraleja, hay una nada sencilla celebración de la vida a través de la muerte. En Lucifer, visualmente persiste la idealización de la naturaleza, ciertos elementos circenses (apoyados sobre todo en la exageración) y, como en su ópera prima, la imaginería cristiana, a partir de la que se elabora sobre la religiosidad sin inspeccionar en sus particularidades. Van der Berghe está interesado en la fe, en el acto de creer, más no en la religión misma. Las ideas a las que el director regresa se notan algo desgastadas. A pesar de haber filmado toda la película en un formato circular y, en ocasiones, usando un invento innovador, el tondoscope, que une los dos extremos del horizonte para formar un círculo, emulando a las pinturas flamencas que se popularizaron en el siglo XV, la poesía que destilaron las enrarecidas alegorías en sus dos primeros filmes no fluyen aquí con la misma naturalidad.
Minicrítica realizada durante Distrital 2016.
Fecha de estreno en México: febrero 29, 2016.