Un pescador (Wanlop Rungkamjad) cuyo nombre no se sabe y que vive en un pueblo costero de Tailandia, se encuentra con otro hombre desconocido, herido e inconsciente (Aphisit Hama). Sin preguntar por qué o preguntarse si es correcto o incorrecto, y sin aclarar al espectador la razón de su sorprendente generosidad, el pescador reúne, protege y restaura al misterioso desconocido, ofreciéndole amistad y protección. El pescador lo alimenta, le da un techo bajo el cual refugiarse, comida y, sobre todo, un nombre. Lo llama Thongchai, como una conocida estrella del pop tailandés y, mediante ese acto le permite volver a una vida normal, pero el hombre encontrado no puede hablar, probablemente debido a un evento traumático del pasado.
Con experiencia previa como cinefotógrafo y con cinco cortometrajes de corte experimental -entre los que destaca Ferris Wheel (2015)-, Phuttiphong Aroonpheng propone -en su primer largometraje de ficción, Mantarraya los espíritus ausentes (2018)- una mezcla cautivadora e intrépida de lirismo poético y denuncia política, con un ritmo inquietante e hipnótico. El lado político se aclara con una dedicatoria que el director tailandés dirige al pueblo rohingya, una minoría musulmana de Myanmar (Birmania) que hace algunos años fue víctima de una limpieza étnica por parte de las autoridades. El drama rohingya es básicamente la paleta de la cual, con una clara preferencia por el tono alusivo y la sugerencia con respecto a la declaración explícita, se pinta el lienzo de la película, el juego de identidad y desorientación. Mantarraya… sumerge su preocupación en la realidad mediante pinceladas surrealistas y oníricas, una distorsión de las perspectivas de la vida sensual y misteriosa. Una película que opta por hablar de manera simbólica, fluida e hipnótica en su andar como la especie marina de la que toma su título (la mantarraya, precisamente). A veces estilísticamente exuberante, para acondicionamiento estético; en otras ocasiones, áspero y documental para necesidades contingentes. Solo en el tercer acto se levanta el telón inequívocamente sobre las intenciones de Aroonpheng de permitirnos descubrir que el núcleo del relato es la reflexión del “yo” y del “nosotros”, de la bienvenida que se convierte en exclusión, la triste canción del hombre sin pasado y sin límites, buscando un presente y un futuro para apoyar la identidad de una vez por todas. Thongchai huyó de la tormenta de guerra buscando refugio en una orilla serena, como una mantarraya y fue encontrado en el suelo en el bosque, escondido por la vegetación, como una piedra preciosa. Los dos símbolos más evidentes se introducen con delicadeza, dentro de la representación de una relación caracterizada por gestos diarios y largos silencios. La amistad entre los protagonistas se convierte en el elemento central de la película, hasta que el pescador desaparece en el mar. La gran agitación narrativa comienza cuando Thongchai se hace pasar por su amigo; como si nada hubiera pasado, se apropia de su casa, su trabajo y del amor de su exmujer (Rasmee Wayrana). Una película sutil y delicada, pero inspirada por el coraje, que encuentra una razón para ser perfectamente autosuficiente en el deseo casi desesperado de retener e imprimir voces y recuerdos perdidos e ignorados en el pasado. Como los espíritus que animan el bosque bellamente fotografiado por Nawarophaat Rungphiboonsophit, ya sean rohingya o no. El silencio, sugiere Aroonpheng, es el silencio de los pueblos oprimidos por los gobiernos y descuidados por la historia. El silencio es una barrera traumática que muchos como Thongchai desean derribar para poder hablar. El silencio de un hombre al que le falta deseo para anclar su discurso. Mantarraya… aprovecha su naturaleza antinarrativa y se detiene durante mucho tiempo en los diversos matices que puede asumir el silencio, en la importancia de los sonidos más simples y en la posibilidad de comunicarse incluso en ausencia de una voz. Un silencio que proporciona ideas para reflexionar también sobre los conceptos de memoria colectiva, dualidad, catarsis y cambio histórico.
Fecha de estreno en México: 21 de febrero, 2020.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional