Martín (Adal Ramones) es un hombre solitario de cuarenta años que acaba de perder a su madre. Su familia le ha encomendado llevar los últimos restos de la matriarca a su lugar de origen: un pueblo en las afueras de Puebla. Cuando está en camino para cumplir la tarea, su automóvil lo deja varado a orillas de la carretera. En busca de un mecánico que pueda ayudarlo se topa con una casa de citas en la que decide tomarse unos tragos para mitigar su tristeza. En el lugar conoce a Lupe (Imelda Castro), una prostituta muda que le provoca ternura y compasión. Al amanecer, decide llevarse del congal a la chica y negocia con la dueña del prostíbulo (Carmen Salinas) el precio de la mujer. Pero al volver con el dinero se entera que la madrota la ha entregado a otro hombre. Lo que tira por tierra los planes de Martín de conseguir una vida distinta, quizá feliz al lado de la muchacha.
Martín al amanecer es el segundo largometraje de Juan Carlos Carrasco (Santos peregrinos, 2004). Un filme que intenta retratar el vacío que deja la pérdida. Pero en su afán por remarcar la tragedia de los protagonistas, se queda a medio camino, pues el director hunde a sus personajes en un ritmo moroso con diálogos escasos y un guión poco claro que deja con más preguntas que respuestas al espectador. Los personajes sobreactuados no consiguen transmitir emoción ni tensión.
VSM (@SofiaSanmarin)