Yassine (Tarek Boudali), un joven marroquí que llega a Paris para estudiar arquitectura, pierde su visa de estudiante luego de que, por culpa de una borrachera inesperada, no lograra presentarse al examen con el que habría obtenido su título de licenciatura. Dos años después, continuando su vida parisiense a duras penas y como un inmigrante ilegal, conoce a Fred (Philippe Lacheau), su nuevo vecino, con quien planea fingir un matrimonio para obtener su legalidad y conseguir un empleo como arquitecto en Francia. El surgimiento de su amistad coincide con el reencuentro de Yassine con un viejo amor universitario, Claire (Andy Raconte), durante una fiesta de generación a la que ambos asisten: los sentimientos y la culpa resurgen. Por otra parte, debido a esa misma celebración y a más mentiras, Yassine es contratado por uno de sus viejos compañeros de clase, Stan (David Marsais), sin saber que Claire también trabaja para él. Después de casarse, Yassine y Fred tienen que sufrir el acoso de un inspector de la oficina de migración de Paris, quien no se detendrá hasta averiguar la verdad y quien transforma la vida de ambos en un caos emocional.
El dúo integrado por el realizador, guionista y protagonista de Matrimonio por accidente (Epouse-moi, mon pote), Tarek Boudali (Alibi.com, 2017) y Philippe Lacheau (Alibi.com, 2017), tiene un largo recorrido entregando filmes que, por más de una razón, parecen ser copias de la peor comedia estadounidense. No sólo está repleta de lugares comunes, tanto en el plano narrativo como en el visual —hay escenas que parecen ser réplicas de filmes como Dumb and Dumber (1994) y I Now Pronounce You Chuck & Larry (2007)—, sino que el filme se construye sobre esos lugares comunes a partir de chistes insulsos, estereotipos y prejuicios insultantes: la caricaturización de la homosexualidad, de la belleza femenina, de las etnias y minorías, por nombrar algunos ejemplos. Si bien la situación de enredo es eficaz porque Boudali, como guionista, logra engarzar pulcramente las problemáticas que enfrenta su personaje (la ilegalidad, el engaño, el rechazo amoroso y el fracaso laboral), sin perder el ritmo, lo cierto es que no hace más que seguir una fórmula desgastada y vetusta. El contenido con el que va rellenando los huecos de una estructura vacía (la comedia romántica y de enredo) es torpe, superficial y mediocre. En ocasiones, es posible reutilizar hasta el cansancio un procedimiento, una receta, para colmarla de contenido interesante y obtener un resultado notable; sin embargo, Boudali toma la salida más rápida, fácil y burda. Por lo mismo, no resulta extraño que, dentro del campo de lo visual, tampoco exista nada destacable: la cámara es un mero transmisor de la historia, una suerte de narrador omnipresente que comunica sin querer llamar la atención sobre nada más que no sea la anécdota, los gestos exagerados y los chistes aptos para bobos.
Fecha de estreno en México: 9 de marzo, 2018.