Natalia (Beatriz Arjona) es una joven española recién llegada a México que está dispuesta a pasar unos días en compañía de su novio, Esteban (Diego Luna), para decidir en qué lugar les convendrá establecerse una vez que su relación se vuelva más formal. Esteban no puede recibirla debido a que, por motivos laborales, tuvo que salir de la ciudad. Por esta razón, Natalia decide pasar un fin de semana con algunas de las amigas de su novio, incluyendo a Sofía (Flor Edwarda Gurrola), Ana (Anajosé Aldrete Echevarría) y Valeria (Ximena González-Rubio), que la han invitado para organizarle una especie de despedida de soltera. Los bares y los antros; el alcohol, la música y el baile forman parte del itinerario de las mujeres, pero la noche toma un giro inesperado cuando en una cantina coquetean con un hombre (Iván Arana) y deciden someterlo a una perversa y tortuosa dinámica.
Artemio Narro –perteneciente a la generación de artistas visuales, incluyendo a Yoshua Okón y Miguel Calderón, que fundó La Panadería– decide incursionar en el cine con Me quedo contigo (2014). Empleando algunas pinceladas de sarcasmo y humor negro, Artemio logra eficazmente romper los esquemas preconcebidos y utilizados tradicionalmente por la cultura machista al deconstruir la noción sobre la fragilidad, pasividad y debilidad de la mujer. La transición (de lo que comienza como una comedia pop romántica hacia el macabro relato de sadismo oscuro) es efectuado con astucia y franqueza. En esta batalla de los sexos, la mujer tiene el control. Artemio se desprende del recurso narrativo más fácil y simplista para representar a una mujer violenta: los celos y el deseo de venganza como motor que despierta su fortaleza y su furia. En cambio, aquí vemos a cuatro mujeres –comandadas por Valeria, la vulgar líder de la manada, encarnada de manera portentosa por Ximena González-Rubio– como psicópatas salvajes y enfermas sexuales que ejecutan una serie de sádicas torturas contra un hombre únicamente por diversión –porque pueden y quieren–. Aunque el personaje de Natalia sirve como elemento para retratar el choque cultural y contrastar las posturas de orden-desorden, ley-transgresión, su manera de actuar –que transita de la timidez y la cordura al ejercicio exacerbado de la violencia– se percibe inverosímil y no hay una justificación coherente sobre su radical cambio de actitud. En la mayoría de las escenas, Artemio, con el apoyo de la cinefotógrafa Renata Gutiérrez, opta por los planos generales para enmarcar a todos los culpables al mismo tiempo y evita las perspectivas y puntos de vista subjetivos de cada uno de los implicados mediante la aniquilación de los primeros planos. La perversidad y el sadismo provienen de los trucos gastados del gore y del torture porn, mientras que las complejidades del martirio psicológico están ausentes. El director nos recuerda constantemente que estamos en una ficción cinematográfica al recurrir a la pronunciación de las palabras “acción” y “corte” al principio y al final de la película, así como el uso del subtitulaje en algunas escenas que transcurren al interior de espacios ruidosos, cuyo sonido ambiente nos impide escuchar las conversaciones. En última instancia, Me quedo contigo explora los vínculos entre la violencia, el poder, los roles de género y la impunidad, temas que han sido la columna vertebral de la obra de Artemio como artista visual. Él configura un filme controvertido, incómodo y provocativo que en algunos momentos sólo busca hostigar al espectador. El resultado final se percibe como un trabajo temerario realizado con convicción y ambición. Quizá la inversión de los roles de género no es suficiente para justificar las motivaciones de los personajes dentro del relato cinematográfico, pero el atreverse a mostrar que las mujeres pueden ejercer la violencia tan descaradamente como los hombres posibilita que nos preguntemos: ¿Por qué nos hemos acostumbrado a la violencia ejercida por un hombre? ¿Por qué nos remueve tanto ver en pantalla el empoderamiento de la mujer?
Fecha de estreno en México: 13 de mayo, 2016.