La verdadera historia de Alfredo Ríos Galeana, quien inspira Mexican Gangster
Alfredo (Tenoch Huerta) es un joven que en el México de los setenta, sin oportunidades ni perspectivas de desarrollo personal, se dedica a delitos menores hasta que ingresa en el ejército y más tarde en el cuerpo de elite de la policía, como elemento de una unidad especializada en la protección de bancos. La experiencia y los conocimientos que obtiene en ese puesto le permiten planear implacables asaltos bancarios, a sabiendas de las formas y tiempos de reacción de los cuerpos policíacos. Con el apoyo de su mano derecha (Noé Hernández) y de su novia Sonia (Paola Núñez), lidera una exitosa banda de asaltantes, y mediante una serie de golpes maestros consolida una carrera criminal que lo convierte en el hombre más buscado de México en la década de los ochenta. El estado de gracia de Alfredo –caracterizado por su capacidad para evadir a la justicia, así como por una vida hedonista, dedicada a los lujos, a las fiestas y a su afición por cantar rancheras– será puesto en jaque por la obsesión de un metódico policía (Marco Pérez), decidido a no descansar hasta meterlo tras las rejas.
La historia real en la que se basa este filme escrito y dirigido por José Manuel Cravioto ofrece en sí misma elementos propicios para explorar al menos dos vetas de interés narrativo: la oposición entre el crimen y la justicia –susceptible de un tratamiento libre de maniqueísmos, dispuesto a explorar la delgada línea que separa ambos territorios en un caso como este–, y la caracterización de un antihéroe con una peculiar personalidad –compleja dentro de su aparente simpleza y rica en contradicciones– como se intuye que es la del auténtico Alfredo Ruiz Galeana a juzgar por el material de archivo que se muestra en los títulos de crédito. Mexican Gángster aborda en su trama ambas posibilidades, pero, conforme avanza la película, su enfoque se conforma con explotar tan sólo las cuestiones anecdóticas que constituyen la superficie de la historia –con la única intención de entretener y prolongar lo más posible un efecto de intriga–, evadiendo así cualquier riesgo de profundizar en las motivaciones psicológicas y/o socioculturales de su singular protagonista. El filme se reduce así a las premisas más básicas de un juego de policías y ladrones, a los repetitivos intentos del brazo de la ley por capturar al escurridizo delincuente, precipitándose en una dinámica de operativos fallidos que llega a resultar cansina y previsible. En definitiva, el guión termina apegándose a las fórmulas más convencionales del thriller policíaco, subordinando el desarrollo de los acontecimientos a la búsqueda efectista para mantener la atención del espectador, ya sea por la vía del suspenso o mediante algunas pinceladas de humor irregular, desaprovechando el potencial de su argumento y quedándose por debajo de los innegables méritos del filme en su parte técnica, donde destacan la fotografía y el diseño de producción, que consiguen una ambientación plausible y convincente del México de los ochenta.
Fecha de estreno en México: 16 de octubre, 2015.