Obligada a mudarse de Inglaterra a Sudáfrica debido a las obligaciones laborales como zoólogo de su padre John (Langley Kirkwood), Mia (Daniah De Villiers) comienza a mostrarse impaciente y rebelde. El repentino traslado a una nueva vida no es fácil para la pequeña que recuerda a los amigos de los que tuvo que despedirse, la escuela que disfrutaba y las comodidades de una ciudad en el centro del mundo en comparación con una región aparentemente salvaje y hostil. Sin embargo, la actitud de la niña cambia cuando Charlie, un raro ejemplo de león blanco, nace. Entre ambos surge un tierno lazo de amistad y empatía. No obstante, los padres de la niña están convencidos de que el león, una vez que crezca, no podrá controlar sus instintos depredadores.
Mi mascota es un león (Mia et le lion blanc, 2018), dirigido por Gilles De Maistre, es, al menos durante la primera mitad, un largometraje muy clásico para niños en el esquematismo de la historia y en la retórica de algunos pasajes, con una recitación de diálogos bastante insípida por parte de los intérpretes más jóvenes. Si el mayor atractivo de la película fuera solo los paisajes encantadores de Sudáfrica -lugares impresionantes capturados con una fotografía preciosista por parte de Brendan Barnes; parques que se pierden en el horizonte; cielos interminables; vastas regiones pobladas con todos los animales que los niños de otros continentes están acostumbrados a ver en el zoológico: algunas cebras, muchas jirafas, una bella secuencia con los elefantes, una lemur protagonista de las escenas slapstick que harán reír a los pequeños- tendría poco que ofrecer. Mi mascota es un león no es el tipo de relato del que se pueden esperar giros inesperados, pero afortunadamente, en la segunda mitad del filme, el director revela una carta arriesgada: el uso de un león real en las escenas que involucran su interacción con los actores. Sin efectos digitales, sin animaciones fotorrealistas en modelos 3D. Thor es el león protagonista, cuya interacción con Daniah De Villiers ha sido monitoreada desde su nacimiento por el experto zoólogo Kevin Richardson y filmada durante cuatro años en varias sesiones. La niña y el león crecieron en paralelo, al igual que sus personajes -Mia y Charlie-. Estamos presenciando una verdadera evolución concomitante: por esta razón el filme podría recordar el gran proyecto completado por Richard Linklater con Boyhood, observando el crecimiento de sus personajes durante un período de 12 años. Con Mia y el León Blanco obviamente nos acercamos a un período de tiempo más corto, pero todavía evidente y exitoso, especialmente considerando que en este caso también entra en juego el rey de la selva, además de que es muy raro ver una interacción real y auténtica entre humano y animal salvaje en un contexto de ficción. Por lo tanto, Mi mascota es un león mantiene la dignidad de su mensaje por la forma en la que, a pesar de seguir el camino del clásico cuento de hadas ecológico para los más pequeños, nunca renuncia a su apariencia realista y alma severa.
Fecha de estreno en México: 22 de febrero, 2019.