El equipo de Overwatch –una sección secreta de la CIA-, liderado por James Silva (Mark Wahlberg), realiza una misión en un suburbio de Estados Unidos. Después de rodear una casa ubicada en calle Christmas 111, la organización entra al lugar y detiene a todos los que se encuentran en su interior. Pero su objetivo no es la captura de los prisioneros, sino la aniquilación de cada persona que se encontraba ahí. En medio del caos entre las balas y un incendio provocado en la vivienda, un joven de 18 años logra salir por una ventana, pero Silva lo detiene y le dispara en la cabeza. La muerte del joven provoca en las noticias una respuesta negativa hacia el gobierno, quien niega la existencia de la brigada Overwatch. Han pasado 16 meses desde de lo sucedido, y el equipo de la CIA tiene como tarea la recuperación de un isótopo radioactivo llamado Cesio 139, pero la pista que obtuvieron por parte del informante de Alice Kerr (Lauren Cohan) -parte de Overwatch- es incorrecta y al interior de unas pinturas falsas de Edvard Munch, no hay rastro de la sustancia radioactiva. Debido al peligro que supone la obtención del material por parte de un grupo terrorista, el equipo comienza a indagar sobre la posible localización del componente. Al sureste de Asia, en la embajada ubicada en –el país ficticio de- Indocarr, se activan las alertas cuando un automóvil logra esquivar los parámetros de seguridad alrededor del organismo y Li Noor (Iko Uwais) sale del vehículo ofreciendo, a cambio de su protección y su traslado a Estados Unidos, un disco duro que contiene los puntos exactos donde se encuentra el cesio. El gobierno accede a las peticiones y pide al equipo de Silva que lo escolten en su traslado, pero las 22 millas que los separan del avión se convierten en un campo de batalla cuando un grupo de oficiales de Indocarr intenta asegurarse de que el hombre no salga del país.
La dupla compuesta por el actor Mark Wahlberg y el cineasta Peter Berg –que previamente trabajaron juntos en Lone Survivor (2013), Deepwater Horizon (2016) y Patriots Day (2016)- retoma el heroísmo nacionalista en Milla 22: El escape (Mile 22, 2018). La estructura de la película mantiene una latente similitud con los videojuegos de temática bélica, donde se busca trasladar un objeto de un punto A a un punto B y también se monitorea la vitalidad de los compañeros de brigada a través de una pantalla que te indica la presión sanguínea y la actividad cardiaca de cada uno de ellos. Pese a parecer un aditamento innovador para el equipo que maneja Bishop (John Malkovich) desde las oficinas secretas de Overwatch, en realidad es solo una excusa para minimizar las fallas a la hora del rodaje y los fragmentos que claramente faltaron de filmar para lograr que las historias de varios personajes queden completas y tengan coherencia, mostrando solo a través de un monitor la muerte de algunos de ellos. Para compensar las fallas en el proceso de selección de escenas, cada tanto observamos explosiones gratuitas e innecesarias –como la sucedida en una cafetería, lugar que policías locales utilizan para depositar una granada en espera de que esto haga salir al equipo de Silva; o la serie de eventos que ocurren en una unidad habitacional donde causan destrozos colosales- que sólo sirven para unir escenas que de otra forma estarían inconexas. El guion realizado por Lea Carpenter configura a Silva ya no como un héroe silencioso y reflexivo –como estilaban Clint Eastwood e incluso Bruce Willis-, sino como alguien que no deja de hablar en toda la película –de ahí su semejanza con los videojuegos y aquellos diálogos que te guían a través de la trama-. Frases como “Hiroshima parecerá un picnic” y un tic relacionado con una liga que cuelga de su muñeca –la estereotipia aparece y desaparece a lo largo del filme sin razón aparente-, en lugar de aportar algo a la trama, muestran a un protagonista simple, que pese a ser un genio, jamás consigue ver lo que sucede a su alrededor y termina solucionando todo a punta de balazos.
Fecha de estreno en México: 31 de agosto, 2018.