Aunque con colores y escenarios diversos, el mito de la princesa que triunfa persiste en Moana, la historia de la hija de un jefe de tribu que debe partir a mar abierto lejos de su terruño para hacer un tinglado que, al final, usando mitología maori, le restaure la fertilidad a su tierra. Aunque en esta creación de Disney se hace el gesto de romper con ciertos paradigmas que levantaron su imperio de princesas pero que han sido atacados fuertemente en los últimos años, Moana es conservadora en los riesgos que toma –no es que Disney no haya tenido una princesa morena de ojos cafés antes. Además es consciente de este conservadurismo y se burla de esto mismo durante la película, haciendo referencia al hecho de que la protagonista, al final de cuentas, siga siendo una princesa o a que siempre haya un animal que las acompañe, por ejemplo. La estructura del filme sigue siendo la misma de siempre, incluidas las películas de Pixar: un protagonista tiene un conflicto interno que se refleja en su ambiente, para resolverlo debe emprender una aventura que lo hace sufrir, crecer y, después de una persecución, ganar. En este caso, el conflicto es el no saber quién es ella, Moana, en su interior. No deja de tener cierto filo sardónico que el meollo de una película de Disney con una indígena de protagonista sea precisamente el de la identidad.
Moana es entretenida, tiene buen humor infantil, un diseño de producción como de show de Broadway que ayuda a crear falsos apogeos durante las canciones, una animación maravillosa que le da al agua texturas de ensueño (definitivamente es lo mejor de la película), canciones pop medio pegajosas (aunque con versiones en español insufribles), artículos que comenzaron a venderse antes de que la película se estrenara, un mensaje ramplón sobre el cuidado de la tierra, es decir, tiene más que lo que la mayoría de las películas para niños. Aún así se queda corta para ser una película de Disney. Se siente forzada dentro de la ahora tan vilipendiada corrección película. Parece como si tratara más de lo que esconde que de lo que deja ver. Es más una negación que un verdadero acto de inclusión.
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Fecha de estreno en México: 2 de diciembre, 2016.