En la década de 1940, Henry McAllan (Jason Clarke) decide dejar su vida acomodada en Memphis para cumplir su sueño de ser el dueño de una vasta área de tierras. Luego de casarse con Laura (Carey Mulligan), él intenta aprovechar la oportunidad de poseer terrenos en Mississippi, pero es estafado y se queda con una choza maltratada, un terreno lodoso difícil de trabajar y una familia a la que debe mantener y alimentar. Cerca de su terreno vive Hap Jackson (Rob Morgan), un granjero que, junto con su esposa Florence (Mary J. Blige), trabajan arduamente las tierras de otros para ahorrar y comprar su propio terreno. Además de cultivar estos campos, estas familias tienen algo significativo en común: un miembro de cada una ha sido enviado a la Segunda Guerra Mundial para luchar por su país: Jamie (Garrett Hedlund), el hermano de Henry, es un piloto, mientras que Ronsel (Jason Mitchell), el hijo mayor de Hap, es un sargento en un batallón de tanques. Cuando finaliza el conflicto bélico, Ronsel regresa a casa como un hombre diferente estableciendo una amistad poco probable con Jamie, quien se siente angustiado y confundido por los demonios que enfrenta en un mundo de posguerra y la constante presión de su padre racista (Jonathan Banks).
Dee Rees (Pariah, 2011) es una cineasta con un claro interés en contar historias dolorosamente humanas de raza, identidad y lucha, siempre interesada en la fortaleza de los personajes en contextos adversos. En su más reciente filme, Mudbound (2017), basado en la novela de Hillary Jordan, la directora muestra atisbos de los horrores de la guerra, pero su objetivo principal es reflexionar en torno a la división racial de dos familias que viven en el sur de Estados Unidos. La naturaleza cruda y fangosa de los escenarios que la cinefotógrafa Rachel Morrison captura se debe mucho a las locaciones naturales de Louisiana; la iluminación realista le permite crear una calidez discreta alrededor de los Jackson mientras los McAllan permanecen en un estado inestable (desde la penumbra hasta el brillo). Rees construye un prolongado arco de prejuicios y supervivencia con la intención de entrelazar a dos familias que esencialmente trabajan a través de las mismas dificultades, pero sólo una está destinada a tener éxito hasta cierto punto debido al color de su piel. No hay un solo personaje que lidere Mudbound; la narrativa cambia las perspectivas, relajándose en puntos de vista psicológicos a través de la narración, lo que ayuda a establecer el funcionamiento interno de los oprimidos, incluida Laura, cuyo único propósito en la vida es servir a su esposo, llegando gradualmente a la comprensión de que la sumisión es una prisión, no un objetivo. Florence también comparte sus pensamientos sobre la lucha diaria de la vida, eternamente preocupada por sus hijos y la amenaza de una comunidad que está esperando cualquier oportunidad para aplastar las pocas esperanzas que tienen. A través de la amistad de Ronsel y Jamie, Mudbound explora las formas en que el racismo es un sistema que canaliza la inseguridad y el resentimiento, específicamente el de la masculinidad de posguerra en crisis. Es también una crisis de la modernidad; Ronsel sueña con regresar a una Alemania renovada y esperanzada, mientras que Jamie planea mudarse a la hipermoderna ciudad de Los Ángeles. Al recurrir a múltiples voces narrativas y distintos puntos de vista, el drama se demora en establecerse, pero una vez que se construye la base, el guion de Rees y Virgil Williams comienza a profundizar en las injusticias y las tensiones raciales hasta llegar a un último acto visceral y perturbador, pero con una pincelada de esperanza, prestando mucha atención a la lenta fuga de espíritus desesperados. Aunque Mudbound representa un período de injusticia consignado a la historia, su examen de una masculinidad tóxica y racista atrapada en el pasado resulta relevante en la actualidad.
Fecha de estreno en México: 23 de febrero, 2018.
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