Ricky (Jesus Sanchez-Velez) es un niño de 13 años de edad, inteligente y entusiasmado con dibujar dragones, pero que se distrae fácilmente de las acciones cotidianas debido a que padece el trastorno del espectro autista. Él vive con su familia en un barrio cercano a la playa de Far Rockaway en Nueva York. Aunque la presencia de Ricky le irrita a su hermana de 15 años (Azul Zorrilla), su madre (Andrea Suarez Paz) lo adora y siempre está dispuesta a ayudarlo. Ella se preocupa porque sabe que él jamás será capaz de independizarse y hacerse valer por sí mismo. Un día, justo durante la llegada del huracán Sandy, de regreso a casa, Ricky decide inmiscuirse en el metro para deambular por la zona subterránea de la ciudad; la madre comienza una desesperada búsqueda para encontrarlo.
No se recargue en las puertas (Stand Clear of the Closing Doors, 2013), dirigido por Sam Fleischner (Wah Do Dem, 2009), no reacciona exageradamente ante la catástrofe; la preocupación de la madre ante la desaparición de su hijo se percibe genuina y contenida. El filme es ingenioso y discreto en su tratamiento, y verosímil en las situaciones que retrata sobre la vida de los jóvenes estadounidenses hijos de migrantes latinoamericanos. La mayor parte del relato, conocemos el mundo a través de la postura de Ricky; nos aproximamos a la ciudad desde los ojos de un niño autista, percibimos la angustia que generan las multitudes en las calles, sentimos cómo esa masa humana agobia al niño que teme ser aplastado. La fotografía de Adam Jandrup y la edición de Talia Jarrett permiten crear una atmósfera abstracta al interior del transporte subterráneo donde las luces que bordean el túnel se convierten en manchas de energía. El director construye una bella y angustiante experiencia sensorial, principalmente auditiva, al momento de representar el paso del huracán.
Minicrítica realizada durante el #35Foro Internacional de la Cineteca Nacional.