Estamos en 1938 y el joven estado lituano celebra 20 años de independencia en un contexto europeo que parece decididamente arriesgado. La guerra se avecina y, en un golpe de espectacular desgracia, los guardias fronterizos lituanos han disparado contra un soldado polaco. La noticia de esta situación llega al presidente ficticio Palionis (Valentinas Masalskis) mientras dispensa sables y palabras patrióticas en una ceremonia de graduación de la academia militar. El siempre serio primer ministro Jonas (Vaidotas Martinaitis) está tan perplejo como su asesor militar Svegzda (Julius Zalakevicius). Enfrentándose a la retórica patriótica del presidente, sus funcionarios sugieren que la concesión es el único camino. En un campus universitario cercano, el geógrafo Feliksas Gruodis (Aleksas Kazanavicius) ha ideado una novela, o posiblemente una locura. Como conclusión a sus teorías sobre la densidad de población, Gruodis propone crear una “Lituania de respaldo”, es decir, una nueva colonia en algún lugar de África o América Latina, donde los habitantes del país podrían reubicarse en caso de guerra. En un momento de carga política, esta podría ser simplemente la propuesta modesta que la élite política quiere escuchar.
Filmada en un monocromo cristalino en formato académico 4:3 por el cinefotógrafo Simonas Glinskis y con un magnífico diseño de producción de Audrius Dumikas, el primer largometraje de ficción del director lituano Karolis Kaupinis es una representación elegante y organizada de un contexto geopolítico tenso e impaciente. Inspirado en una propuesta histórica genuina para crear una Lituania alternativa mediante la compra de tierras en África, el inteligente guion de Nova Lituania (2019) -también escrito por Kaupinis- captura las maquinaciones de la guerra fronteriza para configurar una intrigante película que cuestiona los conceptos de patria, identidad nacional y espacio geopolítico. El período de entreguerras lituano (1918-1939) fue una época de acontecimientos espectaculares. Habiendo perdido su capital histórica de Vilnius, que fue ocupada por las fuerzas polacas, los lituanos comenzaron a crear la capital moderna de Kaunas, denominada capital lituana “temporal”. Tantas cosas fueron construidas, establecidas e inventadas durante el transcurso de varias décadas que aún hoy no las conocemos todas. Ignorada durante el período soviético, la historia de la peculiar propuesta del geógrafo es rehabilitada y revisitada por el joven cineasta con la intención de cuestionar el papel de la narrativa histórica como constructora de una identidad compartida.
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