Elliot (Douglas Smith), un estudiante universitario, decide mudarse con su novia Sasha (Cressida Bonas) y su mejor amigo (Lucien Laviscount), a una nueva casa en una zona urbana aparentemente tranquila. Al poco tiempo, los jóvenes descubren que en la casa hay una serie de pistas que los conducen a “El hombre del adiós”, una entidad sobrenatural que por más de 50 años ha aterrorizado a víctimas inocentes. Elliot se percata que la única manera de derrotarlo es siguiendo la fórmula “no pienses en él, no digas su nombre”, y decide confrontarlo antes de que sus amigos se sumerjan en la espiral ineludible de la muerte. 

The President's Vampire: Strange-but-True Tales of the United States of America es un libro que reúne ocho diferentes relatos (supuestamente verídicos) sobre fantasmas, monstruos, asesinos y brujas. Además de contar las historias, el autor, Robert Damon Schneck, intenta probar o refutar la validez de cada una. La historia final de la antología, “The Bridge to Body Island”, sirvió como fuente de inspiración al guionista Jonathan Penner y a la directora Stacy Tittle (Let the Devil Wear Black, 1999) para crear Nunca digas su nombre (The Bye Bye Man, 2017), un filme de terror sobre cómo una entidad sobrenatural crea realidades alternativas visibles sólo en las cabezas de sus víctimas con el fin de empujarlos a la muerte. Con una evidente influencia de A Nightmare on Elm Street  (1984) y Candyman (1992), aunque desprovisto de cualquier intento por explicar su origen racial, social o sexual, este nuevo villano conocido como “The Bye Bye Man” es invocado justo en el momento en que su nombre es pensado o pronunciado por alguien más. La directora trata de encaminar el filme en un tono de suspenso psicológico, pero sin mucho éxito. El guion tiene el potencial de expandir una variedad de estados de ánimo y sentimientos, pero el tratamiento de las ansiedades y tensiones de los personajes es muy tenue e ineficaz; el clima de paranoia es muy poco creíble debido las actuaciones poco comprometidas por parte de los jóvenes. Sin embargo, el filme no es un desastre total; destaca la manera en que la directora juega con los fantasmas del inconsciente, en la siempre creciente confusión entre lo real y el sueño. Nunca digas su nombre juega hábilmente con la alternancia entre estas dos dimensiones para ofrecer una breve explicación sobrenatural sobre las semillas de la locura y los oscuros mecanismo que motivan a personas normales a cometer actos sangrientos. Incluso, en una lectura simbólica, el filme puede interpretarse como una sutil crítica contra la fácil portación de armas y las matanzas ocurridas en muchos colegios de Estados Unidos.

Fecha de estreno en México: 19 de mayo, 2017.

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