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Lee aquí nuestra reseña de Nymphomaniac vol. 1
Joe (Charlotte Gainsbourg) relata su tumultuosa historia sexual a un hombre mayor llamado Seligman (Stellan Skarsgård), quien le da asilo y cuidado tras hallarla golpeada en un callejón. Uno a uno, escucha los capítulos de la autobiografía confesional de Joe, quien usa el sexo para hacer valer lo que ella llama “su poder como mujer”. Como contrapunto al íntimo monólogo, Seligman aporta un punto de vista ambivalente para la misma historia: el racional, casi académico, mediado por su astuto –y que hace sorprendentemente graciosa la cinta– humor para explicar la, a veces, desafiante y explícita jornada sexual de Joe a través de los años.
El eterno provocador danés, Lars von Trier cierra su trilogía de la angustia (Antichrist, 2009; Melancholia, 2011) con la épica sexual, Nymphomaniac, que ha dividido en dos partes (Vol 1. y Vol. 2). La innata tendencia perversa del director para tentar y alienar a su público con la densa melancolía autodestructiva de sus personajes principales, sirve para esbozar con apesumbrado fulgor los laberintos de la jugosa sexualidad y condición humana a través de la vida de Joe. Pero es quizá, justo la ambición de von Trier de asir cuestiones más universales –ninguna sin ser terminada- como la pasión, lo sagrado, el dolor, acaso como lo hiciera Tarkovsky en su cine, la que perfora el tejido más profundo sobre el que descansa su sello autoral. A partir de una retorcida inteligencia, von Trier crea abundantes imágenes provocadoras y persuasivas que son a la vez crípticas y exageradas, de ruptura, para entregar una cinta disfuncional, con un goce estético y narrativo tan voluble como el placer al que Joe se somete en cada encuentro sexual.
*Reseña escrita durante la 56 Muestra Internacional de la Cineteca Nacional
JAR (@franzkie_)
Nymphomaniac vol. 2 sí estrenará en México, aunque aún no tiene fecha de estreno.
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