La noche del 5 de junio de 1944 –doce horas antes del Día D- un grupo de soldados estadounidenses arriban a Normandía a bordo de imponentes aviones militares. Dentro de uno de ellos, se encuentra el soldado Boyce (Jovan Adepo), que mueve la pierna como síntoma de ansiedad ante su arribo a la zona abatida por la guerra, Rosenfeld (Dominic Applewhite), su amigo, lo intenta reconfortar, tratando de que su compañero mantenga la calma. Mirando la profundidad de la noche por una de las ventanas, está el cabo Ford (Wyatt Russell) quien es retratado por Chase (Iain Caestecker), un fotógrafo que ha sido designado para capturar los momentos heroicos del batallón; Tibbet (John Magaro) se burla de la actitud del cabo y junto con un grupo de soldados comienzan a hablar sobre los motivos por los que el experimentado combatiente se encuentra con ellos –que han terminado su entrenamiento de tres meses, unos días antes-. Las especulaciones duran poco, ya que una cantidad masiva de balas –provenientes de tierra- comienza a perforar el avión, matando con ello a varios de los reclutas. Con el avión en riesgo de desplomarse, los soldados comienzan a saltar del avión, siendo Boyce uno de los últimos en lograrlo. Ya en territorio francés, Ford, Boyce, Chase y Tibbet se abren camino por el bosque para llegar a una villa francesa, su objetivo es destruir un radio transmisor que se encuentra resguardado en la torre de una iglesia que ha sido ocupada por el ejército alemán. En el camino hacia el poblado, coinciden con Chloe (Mathilde Ollivier), una joven francesa proveniente de la aldea. Refugiándose en la casa de la mujer, el escuadrón comienza a planear la forma de destruir la torre de control -y con eso permitir el desembarco de sus compañeros a la mañana siguiente-, pero ninguno de ellos imagina lo que sucede en las entrañas de ese edificio.
Operación Overlord (Overlord, 2018), el segundo largometraje de Julius Avery (Son of a Gun), hace uso de los elementos característicos del cine bélico y los mezcla con el cine de terror dentro de una trama que realiza un cuestionamiento sobre los límites de lo moral –aquello que define al bien y al mal- y las implicaciones de los sujetos al someterse a entornos violentos. La conjunción de estos dos géneros tiene antecedentes notorios: desde Dog Soldiers (2002) donde hombres lobo atacan a un escuadrón de soldados ingleses; hasta Dead Snow (2009), donde un ejército de zombis nazis se alimenta de un grupo de estudiantes en Noruega, si bien Dead Snow navega más sobre el género de la comedia y Dog Soldiers lo hace desde la formalidad del terror, el filme de Avery consigue realizar una acertada mezcla entre ambos extremos. Con la misma autonomía con la que Robert Rodriguez y Quentin Tarantino realizaron Grindhouse (2007), Operación Overlord rescata aspectos del cine de serie B y los lleva a una película con un presupuesto mucho más grande -el productor es J.J. Abrams- de forma eficaz, consiguiendo que los recursos no se vean baratos o que contrasten con el resto de su manufactura. Las coreografías de acción que Avery construye muestran referencias a filmes como Full Metal Jacket (1987) y a los primeros minutos de Dunkirk (2017), y gracias al CGI consigue crear una envolvente sensación de caos en las primeras secuencias donde el avión que transporta a los soldados se desploma después del ataque enemigo. Pese a los aciertos, hay una gran deficiencia en el guion, realizado por Billy Ray y Mark L. Smith, que inserta una serie de frases que descansan en los lugares comunes como: “Allá no hay guerra, no cómo aquí” y la gastada oración “la guerra lo cambió todo”; y que orilla a sus personajes a transformaciones innecesarias para convertirlos en los arquetipos clásicos, el ejemplo más evidente es Wafner (Pilou Asbæk), un militar alemán de alto rango que patentiza su maldad a partir de una dispensable escena de violación. Por su parte, Laurie Rose y Fabian Wagner nos permiten ver los rostros de los soldados a los que seguimos, observando las distintas posturas: indiferencia, incredulidad, horror e incluso un poco de locura mientras realizan su misión. La mirada de los cinefotógrafos revela no solo una paleta de colores brillantes –de los cuales obviamente el rojo destaca en abundantes y sangrientas ocasiones- sino bellos y solitarios parajes que muestran la desolación ante un conflicto armado. La pregunta sobre la que finalmente descansa Operación Overlord es clara: ¿quiénes son los monstruos? ¿Cuál es la justificación para matar a alguien? ¿Eso hace a alguien “bueno” o a alguien “malo”? O, ¿simplemente es una dislocación de la brújula moral?.
Fecha de estreno en México: 9 de noviembre, 2018.