El actor Kuno Becker se une al grupo de jóvenes histriones mexicanos que han decido incursionar en la gran pantalla no sólo como actores, también como directores (Gael García Bernal, Diego Luna, Martha Higareda, entre otros), con su debut cinematográfico, Pánico 5 Bravo. La cinta, que fue concebida en primera instancia como un documental que seguía diversas historias de paramédicos en la Ciudad de México y de la que Becker es protagonista y guionista, se enfoca en un grupo de paramédicos mexicanos y americanos que trabajan en la frontera de Arizona, quienes deciden atender un llamado de emergencia hecho desde territorio mexicano, por lo que cruzan la línea fronteriza para auxiliar a un hombre herido. Su desinteresado interés en salvar la vida de un hombre comprometerá sus propias vidas al descubrir paulatinamente la identidad de su paciente.
Inspirada en una historia real a partir de la experiencia del propio Becker al estar cerca de una persona a punto de perder la vida y cuya última mirada lo hizo sentir la necesidad de escribir la cinta, Pánico 5 Bravo transcurre acorralada en una ambulancia, espacio que la fotografía de Juan José Saravia (Matando Cabos, 2004; This is not a movie, 2011) utiliza para generar sensaciones de claustrofobia y riesgo en sus personajes. Desde ahí, la historia navega entre su ambición latente de ser una reflexión sobre el papel de los Estados Unidos en los fenómenos interfronterizos relacionados con el narcotráfico –e inherentemente, los referentes al racismo– su sustrato de thriller, que ante todo se esmera en entretener y mantener en suspenso al espectador y con el que también explora la vulnerabilidad del ser humano ante situaciones límites, a través de la maleabilidad de sus personajes protagonistas en búsqueda de sus propios fines. El resultado no es del todo conciso para ninguna de las dos vertientes, convirtiéndose, así, en una cinta que aspira a más de lo que su predecible narrativa puede sugerir.
JAR (@franzkie_)