El reencuentro de Kate y Beth Bowman (ambas interpretadas por Jocelin Donahue) —gemelas idénticas, aunque opuestas en muchos sentidos—detona una serie de eventos sobrenaturales con consecuencias fatídicas para ellas y para sus seres queridos. Los acontecimientos se manifiestan en un espacio entre el sueño y la realidad, conocido comúnmente como ‘parálisis del sueño’; un trastorno psicológico en el que una desconexión entre la mente y el cuerpo, impide a quien lo sufre despertar voluntariamente. Al menos eso se creía. Tras la muerte misteriosa de Beth, Kate y el exnovio de su hermana, Evan (Jesee Bradford), investigan sobre las supuestas pesadillas que Beth experimentó antes de morir. Después de hablar con diversos expertos y conocidos que sufren del mismo trastorno, descubren que no se trata de una condición psicológica, sino de una posesión por parte de un ente maligno que mata a todo aquel que experimenta dicho fenómeno y comienza a creer en las leyendas que se han relatado por milenios. Este descubrimiento, provoca que tanto Kate como Evan lo sufran. A partir de ese momento, tienen que luchar para salvarse a sí mismos y para destruir a aquello que los acecha.
Si bien podría pensarse que Pesadilla al caer la noche (Dead Awake, 2016) alude al clásico de terror Nightmare on Elm Street (Dir. Wes Craven, 1986), lo cierto es que el filme está basado en la leyenda del síndrome de la vieja bruja (Old Hag), la cual relata que algunas mujeres de la antigüedad —practicantes de la brujería—, podían asesinar sigilosamente a quien quisieran a través del sueño. No obstante, sí es posible rastrear ciertos paralelismos con el filme de Craven, sobre todo a partir del carácter simbólico y psicológico del color: las tonalidades rojizas y azules, junto con los cambios bruscos de la iluminación, no sólo funcionan para marcar la tensión—en compañía de las estridencias musicales—, sino para delimitar los espacios oníricos y diferenciarlos de los verdaderos. En este sentido, el trabajo de la cinefotógrafa Dominique Martínez (The Night Is Young, 2015) es uno de los elementos más destacables de la película; valiéndose sólo de los juegos de iluminación segmentada por zonas, logra resignificar las atmósferas de los espacios cerrados que se repiten una y otra vez. En otras palabras, Martínez consigue sobrepasar las deficiencias del filme dirigido por Phillip Guzman (A Kiss to Promise, 2012), el cual peca de ser repetitivo, monótono y estéril en diversos sentidos, por ejemplo, el ritmo narrativo se entorpece por la redundancia de planos y secuencias: el filme está compuesto por una fórmula que se repite cada determinado número de escenas (los mismos planos, las mismas secuencias y en el mismo orden) sin ofrecer nada atractivo al espectador. La tensión narrativa no crece, no germina. Podría pensarse que el mecanismo de la repetición funciona para generar la angustia que surge al revivir constantemente una misma pesadilla (como ocurre en Nightmare on Elm Street). Sin embargo, Guzman no logra cargar de significado al recurso de la repetición, y en lugar de provocarnos una emoción cada vez más enfática, irónicamente, termina por aburrirnos e inducirnos al sueño.
Fecha de estreno en México: 9 de febrero, 2018.
Consulta horarios en: Cinépolis.