Durante décadas de trabajo, Maya Goded ha desarrollado, sobre todo a través de la fotografía, cuestionamientos sobre el poder de la mujer en la sociedad mexicana, su sexualidad, el cuerpo, la vulnerabilidad, los estereotipos que se les imponen y las áreas limítrofes a las que muchas se retiran, insatisfechas con sus contextos de origen. Entre 1998 y 2001 desarrolló un proyecto fotográfico, Plaza de la Soledad, sobre prostitutas en La Merced, en la ciudad de México. Ese fue el origen de su primera película, cimentada en más de 20 años de exploración de este micromundo. Carmen, Lety, Raquel, Ester y Ángeles, todas mujeres mayores de 50 años, nos dejan ser voyeristas de sus vidas, brindando a veces con total entrega, otras con resquemor, otras tantas con dolor, un espectáculo de música, bailes, bromas, recuerdos, amores perdidos, amores deseados, amores pagados, traumas, abuso, círculos de perpetuación de miseria, arrepentimientos, rencores y –siempre– una intensa búsqueda y lucha por entenderse y asumirse a sí mismas.
Gracias a la cercana relación que Goded estableció durante dos décadas con estas mujeres, Plaza de la Soledad, la película, nos acerca íntimamente a las vidas de sus protagonistas. Las seguimos a través de las calles de La Merced, durante sus horas de trabajo, en sus casas. Viajamos hasta Oaxaca, de donde Ester es originaria; conocemos cómo la estigmatización que padeció debido a una violación fue parte de lo que la empujó al sexoservicio. Vemos desarrollarse su relación con Ángeles, un travesti que le ha dado leal compañía, amor y violencia. Vemos a Lety, una mujer de 80 años que conserva su empleo y su deseo de enamorarse. A Carmen ayudar a una niña de la calle embarazada y recordar la peor violación que vivió en su pasado cuando acababa de parir a su primer hijo a sus –para ella– ya no tan inocentes doce años. Son tantos y tan intensos los retratos que a veces desvían de los temas centrales o se traslapan quitándole la oportunidad a otros de desarrollarse con más profundidad. Historias inimaginables emergen de este tradicional barrio en el centro de la Ciudad, cercado por su pasado, por sus costumbres, por sus vicios, y descubren originales pero auténticas nociones del amor, la belleza, la sensualidad. A pesar de que las prostitutas han sido mostradas tanto en el cine, Plaza de la Soledad demuestra que aún no se ha agotado en pantalla este imaginario variopinto generalmente enclaustrado en tabúes, prejuicios, rechazo, miedo y desdén.
Minicrítica realizada durante Ambulante 2016.
Fecha de estreno en México: 5 de mayo, 2017.