Ulises (Santiago Torres), de 9 años, y sus dos mejores amigos, dominan el arte de pasar desapercibidos en la escuela. Una mañana, inesperadamente, esa invisibilidad se revierte para Ulises cuando despierta con un abultado bigote bajo su nariz. Primero lo oculta, luego le gusta porque lo vuelve popular y le facilita el trato con la gente. Pero pronto se da cuenta de que en realidad lo ha apartado de sus mejores amigos.
Últimamente se ha impuesto en el cine mexicano la moda de imitar el estilo lúdico que Jean-Pierre Jeunet acabó de pulir en Amélie, la dulce comedia romántica de 2001. El primer largometraje de Manuel Carames es una película para niños que, como Amélie, cuenta con un narrador (aunque aquí en primera persona) que a través de recuerdos y ocurrencias distorsiona visiblemente la realidad, con un cristal de realismo mágico personalizado trasladado al cine. El filme intenta dotar de humor e imaginería original la historia con algunos flashbacks, animaciones, juegos de la mente trasladados a la imagen, pero nunca alcanza ni el tono, ni el ritmo, ni la belleza visual suficientes para hacerlos funcionar. Ese principio jeunetiano se aplica también en el motivo central de este filme con el bigote mismo de Ulises, que funciona como metáfora de la madurez. Ulises debe hacer frente al mundo como es (por más raro que se vea un niño con pelos bajo la nariz), defendiendo su identidad y tomando sus propias decisiones. Quizá el argumento funcione sobre el papel, pero el guión es reiterativo, didáctico y confuso, sumamente condescendiente con su público; el personaje sufre tantas transformaciones y tan de sopetón que, al final, ya no se sabe bien qué parte de él mismo está defendiendo; la música dicta las emociones sin tregua, llevando al espectador de la mano y con babero; los actores están mal dirigidos, el exceso gestual al que recurre el director parece más marcado que proveniente de un mundo único; los personajes no tienen encanto; las canciones originales son derivativas; la manera en la que se les devuelve el "favor" de haber colaborado con el proyecto a través de sus impuestos a distintas marcas es burda, obvia y vulgar, y, además, la película pudo haberse resuelto con 25 minutos menos. Por mis bigotes es torpemente exagerada si se le compara con la realidad, pero tibia frente a la ambición de haber creado un microcosmos para sus personajes.
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Fecha de estreno en México: 16 de septiembre, 2015.