A veces las películas de terror no tienen nada que ver con monstruos peludos debajo de la cama, vampiros que levantan las manos en una sombra tras la cortina o asesinos en la ducha, sino con judiciales y jueces incompetentes. Qué puede escalofriarnos más que observar en pantalla cómo es que realmente funciona el sistema penitenciario mexicano, vamos, ni siquiera el chupacabras.
Dos jóvenes abogados ven en el caso de Toño, un joven inculpado injustamente de asesinato, la ocasión idónea para meter cámaras en su entorno de trabajo para así poder documentar lo que ahí sucede. No es que los hoyos de un sistema plagado de corruptelas e injusticias nos sea del todo desconocido, pero no es lo mismo enterarse por información de segunda mano, que mirarlo de frente sin cortes a comercial. Este documental nos introduce en las entrañas del reclusorio y las pequeñas salas atiborradas de gente y secretarias que teclean expedientes interminables que nadie leerá, en donde se lleva a cabo un juicio estilo Chespirito, tan vergonzosamente irrisorio que apenas puede creerse que lo que está en juego son 20 años de prisión.
DTB