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El director Denis Villeneuve debuta en inglés con un thriller que comparte algunos rasgos de su exitosamente lograda Incendies (La mujer que cantaba, 2010), donde un par de gemelos, al morir su madre, reciben un testamento con una llave hacia sus insospechados orígenes violentos y perversos. A través de una serie de vueltas de tuerca y flashbacks, Villeneuve ponía, de forma conmovedora, a este inocente par de frente a un genético dilema moral. Los personajes de Prisioners además de ser esclavos del pasado, lo son de la incógnita y de la duda.
Las pequeñas hijas de dos familias, una de ellas encabezada por el cazador Keller Dover (Hugh Jackman), desaparecen durante el Día de Gracias, en una zona donde había estado estacionada una repulsiva casa rodante que también ha desaparecido. El principal sospechoso, un extraño y repulsivo tipo, es aprisionado por un policía de aspecto también bastante singular (Jake Gyllenhaal), y eventualmente dejado en libertad por falta de pruebas. Dover, sin embargo, no es de los que se quedan de brazos cruzados y ante la duda y la impotencia, prevalece la fuerza.
SOR (@SofOchoa)