En 1939, un joven de 19 años llamado Federico Fellini (Tommaso Lazotti) se traslada de su natal Rímini a Roma con la intención de colaborar en Marc’Aurelio, una exitosa revista de sátira política. El joven, con una personalidad inquieta y creativa, se integra rápidamente a la publicación trabajando al lado de los escritores, y futuros guionistas de cine, Ruggero Maccari y Ennio Flaiano. El filme captura la energía creativa de las reuniones editoriales: el humor fino y burlón de los escritores y dibujantes, los golpes y críticas al fascismo, y la admiración que sentían por las obras de Saul Steinberg. A sus 9 años, el niño –y director del filme– Ettore Scola lee en voz alta, a su abuelo ciego, las caricaturas que Fellini realiza para Marc’Aurelio. Ocho años después, mientras era estudiante de Derecho, Scola comienza a trabajar en la misma publicación. Fellini ya se encuentra realizando sus primeros filmes; aún así, ambos se conocen y establecen una larga amistad. Aunque los dos realizadores nunca trabajaron juntos, Scola había celebrado –previamente– el trabajo de Fellini en C’eravamo tanto amati (1974), recreando la famosa escena de la Fuente de Trevi de La dolce vita (1960). Che strano chiamarsi Federico es un homenaje a la vida y obra de Fellini; ficción y documental –se incluye material de archivo sobre las visitas que Scola realizaba a los sets de filmación de Fellini en los estudios Cinecittà– se integran en un mosaico de imágenes y anécdotas que, recuperando la sátira y humor de la famosa revista italiana, conmemora una larga amistad a través de los recuerdos evocando los ideales estéticos y artísticos del director de La strada (1954) y 8 ½ (1963).
LFG (@luisfer_crimi)
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Fecha de estreno en México: 10 de abril, 2015.