Aunque su sueño es dedicarse a escribir y dibujar cómics, Javier (José María de Tavira) es un exitoso joven profesionista que trabaja en una agencia publicitaria. Se declara ferviente admirador de la Ciudad de México, a pesar de los problemas de tráfico, inseguridad y contaminación que padece la gran urbe. Por azares de la vida, Javier conoce a Sofía (Ilse Salas) y, aunque se muestra desesperado por conquistarla, logra que ella se enamore de él. El noviazgo entre los jóvenes inicia y madura, pero eventualmente Javier –un hombre torpe, lleno de inseguridades y miedos– se aburre de la relación y rompe con Sofía. Cuando se arrepiente de esa decisión, él la busca, pero ya es demasiado tarde.
Qué pena tu vida (2016) –remake de un filme chileno que fue un éxito en taquilla en aquel país sudamericano en 2010– podría ser la trillada comedia romántica de enredos sobre un hombre que pretende conquistar a una mujer, sin embargo, la mayor parte del filme se centra en lo que ocurre después de la ruptura haciendo a un lado el proceso de enamoramiento y los momentos rosas y cursis. Aunque el director Luis Eduardo Reyes se aventura a explorar las ruinas dolorosas y sombrías que quedan después de una separación, el guión carece de sutileza, elegancia y profundidad al momento de abordar los significados del amor. En gran medida, el filme es un homenaje al patetismo de Javier, un treintañero egoísta, celoso y melodramático, que siempre quiere ser visto como la víctima, pero que su desgracia radica en la torpeza con la que toma sus decisiones. A lo largo Qué pena tu vida vemos al personaje en una montaña rusa emocional, donde su mejor amiga desde la infancia, Andrea (Aislinn Derbez), funciona como su único apoyo. Estos dos personajes se comunican incesantemente a través de mensajes de texto y esto le permite al director recuperar las formas visuales de las redes sociales para trasladarlas a la pantalla creando mosaicos hiperestilizados que capturan adecuadamente la manera en que se desarrollan las conversaciones en la era digital. No obstante, Luis Eduardo Reyes abusa de estos recursos y se empecina en enaltecer este tipo de comunicación olvidando que, a pesar de la abundancia de los medios de comunicación de alta tecnología que actualmente tenemos a nuestra disposición, las relaciones humanas sinceras se reducen a la capacidad de tener conversaciones cara a cara. Y aunque Javier y Andrea lo predican constantemente, los emoticones nunca serán capaces de reemplazar los poderes comunicativos de las emociones orgánicas humanas y de los gestos corporales.
Fecha de estreno en México: 2 de diciembre, 2016.