Tras la enfermedad y muerte de su padre, las hermanas Charlotte (Henriette Confurius) y Caroline von Lengefeld (Hannah Herzsprung) solo tienen una forma de evadir la pobreza: el matrimonio. Y su madre está empeñada en que ellas no padezcan escasez. Caroline, la mayor, ya está casada por interés. Pero su hermana Charlotte aún no encuentra al hombre adecuado, así es que ha sido enviada con su madrina para ser entrenada y lucirse en reuniones sociales llenas de buenos prospectos. En esas está cuando conoce a Friedrich Schiller (Florian Stetten), el escritor con buena reputación por su recién publicada Los bandidos, con un sensible corazón, pero nada de dinero. No solo ella, también su hermana, se enamoran perdidamente de este valiente hombre –capaz de aventarse a un río sin saber nadar con tal de salvar a una pequeña- y elaboran un plan para poder hacer real su triangulado amor.
El veterano director y guionista bávaro, Dominik Graf (Der Felsen, 2012), elabora este drama de época (que también cuenta con una versión para la televisión de dos capítulos) reinventando la evidencia del pasado, pues solo hay datos históricos para confirmar el matrimonio entre el reconocido poeta Schiller y Charlotte, pero nada entre él y la también escritora (que se inició como anónima), Caroline von Lengefeld. La película tampoco está demasiado interesada en los datos duros como en la recreación de una sensibilidad romántica que, para nuestros días, puede parecer algo inocente, pero no carente de encanto. El espíritu que recupera el filme es, en el lado político, de mucha esperanza y, al mismo tiempo, de decepción y desencanto al ver a la distancia los costos humanos, la violencia, las atrocidades que se han cometido en nombre de la Revolución Francesa y sus ideales: libertad, fraternidad e igualdad, una lección útil en tiempos tan extremistas como los nuestros. Y en el ámbito más privado, muestra la situación de la mujer en el siglo XVIII, constreñida a un claro papel social, liberada únicamente a través de su imaginación. Otro detalle que hace reapreciar algunos valores de nuestros tiempos, al menos en difusión de lectura, es que a través de la historia en el filme se cuela la evolución y masificación de la imprenta. Schiller soñaba con que la lectura se pudiera democratizar a partir de la tecnología, un problema que ya no existe para nosotros. Queridas hermanas aprovecha la cinematografía no para dar clases de historia ni para hacer un retrato de uno de los poetas alemanes más valorados, sino para recrear una época perdida en la que el tiempo se tejía con cartas y luz de velas; los sueños se imprimían en tinta, y los amores secretos morían en el silencio de los corazones.
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