Al recibir la noticia de la desaparición de su anciana madre llamada Edna (Robyn Nevin), Kay (Emily Mortimer) abandona la gran urbe para visitar la remota casa de sus padres en el poblado de Creswick. En busca de pistas sobre algún posible rumbo o motivación, Kay no puede entender la súbita desaparición, temiendo que Edna haya sucumbido a la propagación de la demencia. Aunado a ello, Kay tiene problemas para conectar con su propia hija, Sam (Bella Heathcote), una joven que considera que su abuela es capaz de vivir sola, pero también se muestra temerosa de lo que le depara el futuro a la anciana. De pronto, tan inexplicablemente como cuando desapareció, Edna regresa de la nada y Kay comienza a solicitar informes a distintos asilos y casas de retiro, pero percibe comportamientos extraños de su madre; Edna presenta un gran hematoma en el pecho y mantiene conversaciones con la oscuridad. Mientras intentan restablecer el orden, Kay y Sam comienzan a sentir una presencia amenazante en la casa, incapaces de identificar esa fuerza malévola que está invadiendo tanto sus pensamientos como sus sueños.
En su cortometraje titulado Creswick (2017), la joven cineasta Natalie Erika James anunció sus temas predilectos -la casa embrujada, pesadillas infantiles y tensiones entre padres e hijos- que no solamente repite, sino que desarrolla, profundiza y afianza en su primer largometraje. Relic: Herencia maldita (2020) es una reflexión sobre la enfermedad, un comentario sobre el deterioro en la vejez y una parábola del lento declive de la memoria. La mente, el cuerpo y la casa son tres elementos centrales en este relato que, al estar interconectados, buscan trasponer la experiencia del Alzheimer a una dimensión espacial, óptica y dolorosamente física. James concibe el espacio del hogar como un lugar de identidad por excelencia, destinado a la decadencia, cuyas paredes se agrietan al igual que las pieles. La casa aislada en el bosque donde vive Edna parece una contracción de la mansión Usher; la directora se detiene pacientemente en objetos corrompidos por la acción del tiempo, las micotoxinas del moho proliferan -resaltando la naturaleza orgánica de la casa- como en la detallada descripción ambiental que presenta la historia de Edgar Allan Poe.
La reaparición repentina de Edna es la de una criatura perdida que regresa a casa para resguardarse nuevamente en el nido. Pero ahora el espacio que Edna sintió como significativo, ya no tiene sentido, carece de coordenadas y, junto con su cuerpo, pierde todas las funciones comunes hasta convertirse en una amenaza para quienes se encuentran ahí. La experiencia de Kay y Sam en la casa es la de dos generaciones que luchan por volver a conectar con sus raíces, oscilando entre el desprendimiento y el reconocimiento. La imposibilidad de esa reconexión provoca un movimiento telúrico que reconfigura los cimientos de la espacialidad y de la propia identidad. La casa se convierte en laberinto, las habitaciones pierden su consistencia volumétrica. Al igual que la casa, Edna ya no es reconocible porque se transfigura; su piel se convierte en la última etapa de la existencia. Para superar el rechazo de la descomposición tisular, el único gesto que aún es posible es acoger el deterioro del cuerpo. Desprender la piel -remover las texturas arrugadas- es el gesto extremo de Edna para liberarse de la podredumbre inevitable del cuerpo. Representación visible y tangible de la enfermedad degenerativa, Relic: Herencia maldita funciona como una hábil construcción atmosférica, capaz de aumentar paulatinamente el suspenso y la tensión. Hay muy pocos sobresaltos y el uso de efectos especiales para atemorizar es escaso, pero toda la puesta en escena se centra en el espacio lúgubre y ansioso, dotando al relato de una fuerte dosis de realismo y dramatismo. Estamos frente a una obra elocuentemente calibrada, teñida de dolor físico y psicológico que acepta la derrota humana cuando queremos confrontar los demonios del tiempo.
Fecha de estreno en México: 8 de abril, 2021.
Consulta salas y horarios en: Cinépolis