El universo zombi ha comenzado a verse y sentirse desgastado hasta el hartazgo ha hecho presencia, ocasionando desgano hacia el subgénero. Un par de ejemplos recientes: Guerra mundial Z (2013) o Mi novio es un zombie (2013). En Retornados (The Returned, 2013), una producción española, de habla inglesa y rodada en Canadá, su director, Manuel Carballo (La posesión de Emma Evans, 2010), juega con el concepto zombie –no son muertos vivientes, sino personas contagiadas por un virus–, los retornados del título son aquellos infectados, salvados parcialmente gracias a la administración, diaria y de por vida, de una proteína. Todo cambia cuando se esparce el rumor de que las provisiones de dicho antiviral están por extinguirse, lo que convierte a los retornados en bombas de contagio para el resto de la población. El zombie como infectado, ya no es un muerto viviente. Como en 28 Days Later (2002) de Danny Boyle, es alguien con una enfermedad producida por un virus que puede transmitirse a través de los fluidos corporales. Su expansión consigue anular las voluntades humanas, convirtiendo al huésped en un ser agresivo en busca de nuevas víctimas.
De esta manera, si la carta de presentación de Retornados podría enmarcarse, en apariencia, dentro del terror, en realidad, este género queda en un plano casi anecdótico. Aquí no hay hordas de zombies que corren por las calles en busca de carne fresca ni sangre a borbotones, es el romance de fondo el verdadero motor que conduce toda la cinta: el amor de la pareja protagonista, el de la doctora Kate (Kris Holden-Ried), que hará todo lo posible por la persona a la que ama, Alex (Kris Holden-Ried), su pareja, y un retornado. La lucha por la supervivencia queda en segundo plano, acentuando la lucha por el amado, lo que resalta aquellos pasajes que recaen en el drama, hasta arribar a la incongruencia a causa de un guión poco claro en el dibujo de sus personajes. El director apuesta por una película más convencional, con un toque pasional propio de una telenovela.
VSM (@SofiaSanmarin)