En la cima de su carrera, cuando fama y éxito se encuentran en pleno apogeo, el boxeador neoyorquino, Billy “El Gran” Hope (Jake Gyllenhaal), es convencido por su amorosa y comprensiva esposa, Maureen (Rachel McAdams), de retirarse del deporte con la finalidad de pasar más tiempo al lado de ella y de su hija, Leila (Oona Laurence). Durante una gala de beneficencia para apoyar al orfanato donde Billy se crió, el campeón invicto es provocado con insultos por Miguel “Mágico” Escobar (Miguel Gomez), un boxeador colombiano, que insiste en pelear contra Billy. En el altercado, una bala se impacta contra el cuerpo de Maureen. Ahí comienza el comportamiento autodestructivo de Hope, que pierde su fortuna, su casa, sus amigos y a su hija –que será cuidada por los servicios de atención infantil del gobierno–. Con la intención de redimirse y recuperar el rumbo de su vida, Hope debe regresar al boxeo bajo la tutela de Titus “Tick” Willis (Forest Whitaker), un hombre reservado, melancólico y de noble corazón.
El cuerpo musculoso y ensangrentado, la imponente presencia física de un Jake Gyllenhaal completamente transformado (en comparación a su papel inmediatamente anterior como el perverso Louis Bloom en Primicia mortal) es, quizá, el único atractivo de Revancha (Southpaw, 2014), un melodrama convencional sobre la pérdida y la recuperación donde no importa cuántas veces caigas, al final, el triunfo estará en tus manos. La vida del protagonista sufre un giro radical cuando su esposa recibe un balazo en el primer acto de la película; la secuencia posee un tono inverosímil y es ejecutada con muy poca emotividad por parte de McAdams. A partir de ese momento, el director, Antoine Fuqua (Training Day, 2001; The Equalizer, 2014), y el guionista, Kurt Sutter (The Shield, Sons of Anarchy), no logran encontrar el rumbo y el tono adecuado de la película, y optan por la acumulación de clichés y situaciones ya visitadas previamente por otras películas sobre boxeadores en desgracia que logran ponerse de pie. Además, varios de los subtramas –por ejemplo, las averiguaciones sobre el incidente de Maureen– quedan inconclusas. Fuera del cuadrilátero y del gimnasio de entrenamiento, en las escenas que muestran la difícil relación de Billy con su hija, el filme toma un respiro y se vuelve más atractivo. Sería injusto menospreciar el arduo trabajo físico que Gyllenhaal realizó para interpretar este papel, sin embargo, no importa cuánto empeño haya depositado, al final, no logra superar las trabas de un guión obtuso, reiterativo y cansado que no lo ayudan a brillar como muchos esperaban.
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Fecha de estreno en México: 14 de agosto, 2015.