Un padre cariñoso, Walt Disney (Tom Hanks), promete a sus hijas que llevará a la pantalla grande a su personaje de ficción favorito, la niñera Mary Poppins. Para cumplir con ello, el productor de cine debe convencer a P.L. Travers (Emma Thompson), autora del libro, que le otorgue los derechos del personaje. Después de tanta insistencia y cuando las ventas de sus libros disminuyen, la escritora acepta reunirse con Disney. La afable personalidad de Walt se enfrenta con la malhumorada actitud de Travers, quien no tiene ninguna intención de permitir que su niñera mágica se convierta en un producto más de la maquinaria de Hollywood. Disney reúne al guionista Don DaGradi (Bradley Whitford) y a los compositores Robert Sherman (B.J. Novak) y Richard Sherman (Jason Schwartzman) para trabajar, al lado de Travers, en la adaptación cinematográfica.
Kelly Marcel y Sue Smith elaboran un ingenioso guión que hábilmente construye una doble capa referente al proceso de elaboración artística. Las anécdotas centrales, de cómo se realizó el filme Mary Poppins (dirigido en 1964 por Robert Stevenson), se nutren –mediante flashbacks y un acertado uso del montaje paralelo– de los sombríos acontecimientos de la infancia de Travers, principalmente la relación con su padre (Colin Farrell), para comprender la importancia y conceptualización de su personaje. El producto final, dirigido por John Lee Hancock (The Alamo, 2004; The Blind Side, 2009) es una redentora, sucinta y complaciente visión de cómo el dolor, bien canalizado, se convierte en un exitoso producto artístico.
LFG (@luisfer_crimi)
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