Katharine Gun (Keira Knightley), una traductora que trabaja para una agencia de inteligencia británica conocida como la sede central de comunicaciones del gobierno, recibe un enigmático correo electrónico que detalla cómo Estados Unidos necesita la ayuda de Gran Bretaña para chantajear a un puñado de naciones miembros de la ONU para que voten a favor de una invasión en Irak. Sintiendo que detrás de ese proceso se esconde algo sospechoso -e ilegal-, Kat filtra el memorando al periodista Martin Bright (Matt Smith), cuyo periódico generalmente proguerra, The Observer, lo acompaña. Aunque lo intenta, Martin no puede mantener en secreto su fuente, y Kat es arrestada y acusada de violar la Ley de Secretos Oficiales de 1989. El país está dividido, la mitad la aclama como heroína, mientras que la otra mitad cree que es una traidora. El famoso abogado de derechos humanos Ben Emmerson (Ralph Fiennes) decide tomar su caso, pero probar que sus acciones son justificadas resulta en una batalla legal compleja.
En el léxico político, legal y ético del siglo XXI, el denunciante es un patriota o un traidor. El acto de divulgar información gubernamental clasificada para un propósito que no sea el espionaje es un tema polarizador sin ningún tipo de matiz. Si bien de este lado del mundo, por nuestra cercanía con Estados Unidos, hemos escuchado los actos heroicos o transgresiones criminales de Edward Snowden y Chelsea Manning, en el Reino Unido se encuentra el caso de Katharine Gun, una especialista en inteligencia que, en 2003, se percató de las tácticas descaradas que George W. Bush y Tony Blair estaban usando para orquestar una invasión en Medio Oriente, alegando inequívocamente que “el loco asesino” de Irak, Saddam Hussein, poseía armas de destrucción masiva sin ninguna prueba creíble. Estos eventos de la vida real -documentados por Marcia Mitchell y Thomas Mitchell en The Spy Who Tried to Stop a War: Katharine Gun and the Secret Plot to Sanction the Iraq Invasion- son recuperados por el cineasta Gavin Hood (Tsotsi, 2005) para configurar un convincente thriller de espionaje. La mayor parte de la película se enfoca en la brújula interna de Katherine y la ira de las emociones que experimenta, al tiempo que justifica sus propias acciones, así como la línea estratégica de cuestionamiento en todo el lugar de trabajo una vez que se dan cuenta de que hay un traidor en medio de ellos. Finalmente, las tácticas espantosas que se utilizan para ponerla en la lista negra y todo lo que se le atribuye para validar la intrusión pública en sus prácticas privadas, dice demasiado sobre la capacidad de una empresa para dominar y objetivar a sus enemigos. Secretos de Estado (Official Secrets, 2019) ofrece una historia relevante y cautelosa con respecto a las ramificaciones de ir en contra de una institución, mientras que la corrupción es una forma de hacer negocios; el filme, además de cuestionar los límites de la obligación moral de exponer personas o prácticas corruptas, es un discurso dolorosamente honesto sobre el impacto de desafiar algo más grande que el individuo y la probabilidad de perderlo todo.
Fecha de estreno en México: 12 de diciembre, 2019.