Ve aquí nuestra Entrevista con Ernesto Daranas por Conducta

Cursa el año de 1991 y el mundo parece tener algo en común: grandes cambios sociales y políticos. La Unión Soviética se encuentra en pleno desmoronamiento mientras que Cuba está viviendo una de sus mayores crisis económicas. Sergio (Tomás Cao) es un profesor de filosofía graduado de Kiev que imparte clases en la universidad de La Habana. Por su parte, Sergei Krikalev (Héctor Noas) es un astronauta ruso que se encuentra en una misión en el espacio en la estación MIR y su estancia se ha prolongado por los sucesos que vive su país natal. Sergio es un apasionado a la radio y Sergei la utiliza como medio de comunicación, y precisamente a través de ese aparato es que hacen contacto y establecen una estrecha relación compartiendo sus propias experiencias y en busca de afrontar las dificultades y los cambios dramáticos que sufren sus países. En estas inusuales conexiones radiofónicas también el estadounidense Peter (Ron Perlman) se ve involucrado, ayudando a Sergio a conseguir aparatos de radio más sofisticados que le permiten tener mayor alcance y más canales de conexión.

Sergio y Sergei (2018), filme dirigido por Ernesto Daranas (Los dioses rotos, Conducta) y coescrito junto con su hermana Marta Daranas, busca hacer una reflexión sobre las implicaciones de los grandes acontecimientos históricos mundiales, sus repercusiones en la vida cotidiana de las personas, la búsqueda de romper las barreras ideológicas establecidas por los sistemas, la esperanza y la lucha social. A lo largo del filme, los tres protagonistas se encuentran en un estado de impotencia respecto a la situación en la que se encuentra el mundo en general, y esto impacta directamente a la forma de vida de cada uno de ellos. Sergio es una persona inteligente y carismática, pero encuentra gran dificultad de poder brindarle estabilidad económica a su familia por la precaria situación de Cuba. Sergei se encuentra en shock tras recibir la noticia de que su país no existe más como él lo conocía antes de partir de la tierra, además de saber que su familia no recibe más la pensión alimenticia que brindaba el gobierno de la URSS, y Peter, un hombre que es testigo de cómo su vida se ve afectada por sus firmes ideales políticos en búsqueda de la justicia. Desde la recóndita habitación en Nueva York en la que se encuentra Peter enclaustrado (haciendo alusión a la soledad que siente dentro de la ciudad de los rascacielos, dónde Alejandro Menéndez, director de fotografía, muestra tomas panorámicas de la ciudad, dejándonos ver las luces de un lugar lleno de vida y movimiento), su hogar (que resulta ser la antítesis de la representación de Nueva York), pasando por la búsqueda constante de Sergio para lograr hacer un cambio favorable y brindarle un mejor futuro a su hija (que representa la esperanza en el filme) hasta la impotencia de Sergei al ver las piedras espaciales sobre la Tierra, Ernesto Daranas arropa el filme con tintes de melancolía plasmados en todos estos momentos clave del relato. La forma en la que se rompen las barreras ideológicas y la manera de plasmarlo en la pantalla por parte de los Daranas es notable, ya que el encuentro de los protagonistas entre sí, a pesar de estar a una distancia incalculable y tener pensamientos completamente distintos, repercute de manera directa en el destino de cada uno de ellos y esto se ve reflejado cuando logran traer de vuelta a Sergei a la Tierra. Es importante resaltar el uso del CGI en la película; aunque es una apuesta arriesgada por parte de la producción, se utiliza sutilmente y crea momentos dramáticos a través de la imagen generada por computadora, por ejemplo, cuando Sergei imagina retirar la bandera de la URSS de la estación MIR, haciendo una referencia al final de aquella dinastía y a un cambio simbólico en el personaje tras este hecho.

Fecha de estreno en México: 22 de marzo, 2019.