En el Harlem de Nueva York en la década de los setenta, Alonzo “Fonnie” Hunt (Stephan James), un escultor de 22 años, y su novia, una joven mujer de 19 con la ingenuidad que su edad le permite, Clementine “Tish” Rivers (KiKi Layne), tienen que interrumpir la que podría ser una gran noticia dentro de su relación -su primer embarazo- cuando Fonnie es acusado de un crimen y, posteriormente, encarcelado. El embarazo no fue planeado, pero eso no significa que no sea deseado debido a que anhelan formar un hogar. Los dos, por otra parte, tienen en su vida una fuerte presencia de sus padres y hermanas; la madre de Fonnie (Aunjanue Ellis), una fanática religiosa, desaprueba la unión de su hijo con Tish, pero son los padres de ella, Sharon (Regina King) y Joseph (Colman Domingo), quienes la proveen de aceptación, cariño y carácter. Ahora, ella y las familias de ambos tienen que hallar los recursos para poder liberar a Fonnie, quien está atrapado en un sistema judicial que regularmente perpetra injusticias a grupos afroamericanos.
Hay ciertas películas que, antes de ser estrenadas, adquieren un prestigio basado exclusivamente en la especulación debido a ciertos factores. Estos pueden ser variados: el material en el que está basada la obra puede tener importancia cultural, puede ser la siguiente película en la filmografía de un director que haya tenido éxito con el filme previo o, simplemente, puede tener entre su reparto a actores que estén participando en otros proyectos interesantes. Si la Colonia Hablara (If Beale Street Could Talk, 2018) cuenta con todos; está basada en una novela del escritor James Baldwin, y su director es Barry Jenkins, quien hace dos años estuvo al frente de una de las películas más celebradas de la década, Luz de Luna (Moonlight, 2016). Su reparto cuenta con Stephan James (Homecoming) y Brian Tyree Henry (Atlanta), jóvenes actores que son parte de dos de las series de televisión más reconocidas actualmente. Y aun así, Si la Colonia Hablara es un triunfo que se atreve a superar las expectativas de los puntos comentados. En Baldwin, un escritor y activista de los derechos civiles afroamericanos, Jenkins encontró una fuente ideal para exponer las sensibilidades que había abordado antes en Luz de Luna (el amor entre una familia negra o los conflictos raciales que surgen en una sociedad opresora), y que expande con seguridad y maestría en esta película. El director y guionista ha declarado previamente que escribió los guiones de Luz de Luna y de Si la Colonia Hablara en un mismo verano y que considera que los filmes se acompañan entre sí. No es difícil ver por qué. Las comparaciones van más allá de ciertos puntos temáticos, y llegan hasta la estética y la tonalidad con la que Jenkins parece ir moldeando su estilo. A pesar de que la película tiene un conflicto importante en la encarcelación de Fonnie, los flashbacks -sobre su relación con Tish previa al incidente- son los que constituyen el corazón del filme y en los que, principalmente, Jenkins nos permite tener un vistazo enigmático y profundo de la recreación de amor entre dos jóvenes. En varias ocasiones, y desde un primer plano, los personajes miran directamente a la cámara por algunos segundos en una intención que parece querer volver completamente transparentes las inquietudes y el alma de quien tenemos en frente. Jenkins traza, a lo largo del filme, las conexiones interpersonales que definen a Tish y Fonnie. La de ellos es una notable historia de amor, pero también existe el amor que le tiene Tish a su hermana y sus padres, el amor que Fonnie le tiene a su amigo Daniel (Brian Tyree Henry) o el que profesa Sharon, la matriarca de la familia. A ratos Jenkins detiene el conflicto del filme para adentrarnos en la vida diaria de los personajes, expandiendo su personalidad y, en consecuencia, la película no se vuelve un drama sobre injusticia racial, sino un relato específico de una familia y la batalla que debe librar. Jenkins vuelve a trabajar con los colaboradores que acostumbra: la música de Nicholas Britell y la fotografía de James Laxton estilizan el relato de Fonnie y Tish, al saturar los colores de la ropa que usan ambos y establecer planos en donde la cámara gira alrededor de ellos mientras el score aumenta en intensidad. Otra escena clave, tiene a Fonnie hablando con su amigo Daniel en la que el último comparte una historia de su pasado que lo horroriza y en la que se juega con el manejo de luces para volver más oscura la atmósfera mientras que los close-ups al personaje de Tyree Henry aseguran involucrar al espectador a la intimidad del relato. Por su parte, el diseño de producción está a cargo de Mark Friedberg (Selma, 2016), quien logra un trabajo detallado de la época, situando a los personajes en un ambiente que se siente auténtico. Jenkins no ha tenido reparo en declarar que entre sus influencias está el cine de Wong Kar-wai, y esto puede apreciarse en algunos detalles como, por ejemplo, un poético flashback de Fonnie trabajando en una escultura mientras el humo de su cigarro rodea la habitación. Sin embargo, el estilo de Jenkins se siente palpable porque la ambición de su historia siempre está en las tribulaciones internas que atraviesan los personajes creados por Baldwin.
Fecha de estreno en México: 25 de enero, 2019.