Robert Rodríguez y Frank Miller vuelven a situarnos en la degenerada Basin City. Una ciudad donde el delito es asumido con resignación por los justos (los pocos que quedan), quienes se empeñan, ya no en resolver el crimen en sí, sino en restaurar el orden e impartir la justicia a su manera. La película sigue la misma estructura narrativa de la primera parte: relatos alternos cuyas diferentes historias se relacionan de manera anecdótica gracias a un nexo en común: la taberna de Kadie. Vuelven a aparecer los mismos personajes principales de su predecesora: Marv (Mickey Rourke), Nancy (Jessica Alba), Miho (Jamie Chung), el senador Roark (Powers Boothe), y John Hartigan (Bruce Willis) en forma de fantasma, nuevos protagonistas son presentados en anécdotas que suceden a la par como la de Johnny (Joseph Gordon-Levitt), un guapo apostador, hijo bastardo de Roark y que osa enfrentarse a él; la de Ava Lord (Eva Green), una femme fatale, bellísima fría y manipuladora, y viuda negra que da título a la película “A Dame to Kill For”; algunos actores sustituyendo a otros, por ejemplo Dwight (Josh Brolin), una especie de detective secreto — interpretado por Clive Owen en 2005— y que no puede escapar al encanto de Ava. De hecho la historia de ella y su relación de amor-odio con Brolin domina el resto de las líneas argumentales, tanto por la historia en sí como por los planos dispuestos exclusivamente para ensalzar la belleza de la mujer. El énfasis está puesto y subrayado en ese conflicto, dejando las otras historias como meros relatos secundarios. Marv, héroe del prólogo de la película, Just Another Saturday Night, y eterno parroquiano de la taberna de Kadie, sobrevive para cuidar a Nancy, quien aún baila en ese bar, literal, con una pistola en una mano y una botella de alcohol en la otra, deprimida por el suicidio de Hartigan y ahora empeñada en vengar la muerte de su amado. El papel interpretado por Rourke se mantiene a flote porque interviene de forma constante en todas las tramas, y el drama de Nancy se enriquece gracias a la transición que vive el personaje: de chica buena a alcohólica y rencorosa, con deseos de cobrar justicia por su propia mano.
El aspecto técnico continúa impecable: hermosos encuadres que se realzan gracias a la astuta apuesta fotográfica: contrastes cromáticos sobre el evocador blanco y negro (con salpicaduras escarlatas ocasionales que resaltan el color del cabello, ojos, y el lápiz labial de las mujeres) que conforman el principal sello de la franquicia. Pero a esta segunda parte le pesa el recuerdo de su antecesora, infringiéndole un leve sabor a chiste repetido. Los nuevos actores incorporados al reparto ayudan a sobrellevar mejor la cinta pero en general hay una sensación de que pocas cosas han cambiado, que la novedad de la primera ha desaparecido en esta secuela.
VSM (@SofiaSanmarin)
Fecha de estreno en México: 6 de noviembre.