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Un hombre, visiblemente trastornado, se detiene ante un aparador a admirar unos sexy maniquíes e intenta toquetearlos, cristal de por medio. De forma agresiva es proscrito del sitio y, al dar apenas unos pasos, comienza a vomitar una peculiar sustancia; segundos después se convulsiona y desvanece. Alfredo (Barreiro), Julián (Chavez), Sabina (Gaitán) y su madre (Beato), pronto se enteran que su padre y esposo, respectivamente, el hombre de la casa, ha muerto. La familia se enfrenta a una severa problemática con triple rejón: primero, el luto; después, la precariedad económica que heredan; y, de manera fundamental, el vacío de poder que les deja el padre para desempeñar el rito en que los inició y del cuál, ahora, depende su supervivencia: el suculento acto de comer carne humana. Sí, la familia practica la noble y alta en calorías ceremonia del canibalismo.
Algunos elementos del género del horror están presentes; también de las cintas de zombies y rasgos del thriller. Una intensa carga sexual, el antiguo tema de la rivalidad fraterna, la descomposición social que inicia en la propia familia. Un guión aceitado en cada engrane, una simbiosis perfecta entre la fotografía y el diseño de arte. Ritmo afilado, diseño de sonido aguzado y gran resolución interpretativa. Aún así, Somos lo que hay es más que la suma de sus virtuosas partes. A finales del 2010 podemos decirlo es, sencillamente, la mejor película mexicana del año.