Red Hook Records es una tienda de discos de vinil ubicada en el condado de Brooklyn, su dueño es Frank Fisher (Nick Offerman) un hombre en apariencia malhumorado. Sentado detrás del mostrador del lugar, Frank escucha –en unos grandes audífonos negros- Summer Noon, de la banda Tweedy, mientras fuma. El único cliente en la tienda se molesta al verlo fumar, y le pide de una manera poco cortés que apague su cigarro. Frank le dice que lo hará si él compra algo. El cliente, indignado, deja el vinil de A Moon Shaped Pool de Radiohead en una de las repisas y sale del lugar, para regresar posteriormente a decirle a Frank que ha comprado el disco en internet y que el precio es mucho menor al que él pide por el acetato en la tienda. Esta es la realidad de Frank, con una tienda que hace 17 años no podía predecir la gentrificación y una renta muy alta que cubrir, el vendedor ve cada día más cerca la posibilidad de cerrar definitivamente. A su tienda asiste Leslie (Toni Collette), su arrendadora, pero más allá del negocio entre ambos, existe una amistad y un respeto por el trabajo del hombre, por lo que cada vez que lo visita, compra un disco que el hombre le recomienda para posteriormente platicar de él en su próxima visita. Frank tiene una hija, Sam (Kiersey Clemons), que se irá tan pronto terminé el verano para estudiar medicina en la Universidad de California. Frustrado como músico, el hombre ha pasado la mayor parte de la niñez de su hija realizando sesiones improvisadas de música a su lado, componiendo melodías a su lado. Cuando, en los días previos a su partida, Sam y Frank escriben una encantadora canción, y obtienen un gran éxito en una plataforma en streaming, el hombre comienza a plantearse la posibilidad de que We’re not a band –su banda ficticia- inicie una gira y tanto él como su hija tengan la posibilidad de permanecer más tiempo juntos.

Desde su primer filme, Brett Haley ha tenido una fijación con personajes que parecen haber vivido existencias incompletas. En I’ll See You in My Dreams (2015), Blythe Danner interpreta a una mujer de edad avanzada que busca enamorarse otra vez; en The Hero (2017) un viejo actor del cine western (Sam Elliott) intenta conseguir un papel que consagre su carrera; con Sonidos del corazón (Hearts Beat Loud, 2018) el cineasta narra los deseos de un hombre de trascender musicalmente. Previo a sus días como padre y dueño de una tienda de discos, Frank era miembro de una banda junto con su esposa. El talento de ambos lo hereda Sam, quien posee una magnifica voz y un sentido de la armonía musical que asombra a su padre –es posible observar su rigor cuando corrige a su padre una y otra vez para que mantenga el tempo correcto durante una melodía-, ambos pasan una parte de su día componiendo canciones como parte de una rutina que Frank llama jam sessions. En la figura de Sam, Frank ve condensados todos sus deseos, ella tiene ese talento que él no posee, y sin embargo, el guion del director y Marc Basch no hace de esta cuestión un recurso melodramático para crear una tensión negativa entre el dueto, sino que se enfoca en las inquietudes internas de ambos: él –al igual que su tienda- se ha convertido en una curiosidad retro en un lugar que ha sido poblado en general por jóvenes –en la mayoría de las escenas, él es la persona más vieja del lugar, con excepción de sus momentos en el bar, donde Dave (Ted Danson) ocupa ese espacio- y ya no encuentra algo que lo sostenga en ese entorno; ella comienza el descubrimiento de su orientación sexual y pese a la confianza que tiene al componer canciones, en el resto de sus actividades, ella mantiene una actitud retraída. Haley selecciona con atino la banda sonora que acompaña a las formidables canciones compuestas para este filme, Tweedy, Cigarettes After Sex e incluso Animal Collective -para hablar de la evolución musical-, enmarcan las melodías escritas por Keegan DeWitt e interpretadas con estupenda candidez por Clemons y Offerman. Al igual que en los filmes de John Carney –en especial Once (2007) y Begin Again (2013)- la música se convierte en una conexión que les permite a los protagonistas superar el duelo y las brechas generacionales para lograr hacer de ese equilibrio sonoro una expresión artística enternecedora.

Fecha de estreno en México: 2 de noviembre, 2018.

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