Un par de meses después de los acontecimientos de Captain America: Civil War (2016), el joven Peter Parker (Tom Holland) regresa a su casa en Queens, Nueva York, ahora armado con el traje tecnológicamente avanzado de Spider-Man que fue diseñado por el propio Tony Stark (Robert Downey Jr.) para ayudar a Peter en su formación como pequeño y responsable héroe en su vecindario. Sin embargo, Peter está más que dispuesto a abandonar su vida como estudiante de secundaria; él desea convertirse en superhéroe y formar parte del grupo de los Vengadores. El conflicto principal emerge cuando una serie de misteriosas y poderosas armas –diseñadas con una tecnología procedente de otro planeta– son vendidas a los criminales de Nueva York. Estimulado por su insaciable sed de aventura, Peter comienza a investigar de dónde provienen los artefactos. El joven descubre que todo es obra de Adrian Toomes (Michael Keaton), un hombre que después de haber trabajado en la recolección de basura y chatarra, decidió crear un negocio lucrativo e ilegal de armas de destrucción masiva.
Además de ser la primera película del héroe arácnido como parte del vasto e interconectado universo cinematográfico de Marvel, Spider-Man: De regreso a casa (Spider-Man: Homecoming, 2017) funciona como una afable, jovial, desenfadada y muy divertida comedia coming of age que se centra en el crecimiento psicológico y moral de un adolescente ávido de misiones arriesgadas y peligrosas. A diferencia de las adaptaciones anteriores de Spider-Man (el tono ligeramente sombrío de Sam Raimi y la melodramática atmósfera de Marc Webb), el director Jon Watts (Clown, 2014) apunta hacia las confusiones y burlas de la vida adolescente para mostrar, no los dilemas y traumas de los superhéroes adultos, sino cómo operan –en los jóvenes– las sensaciones de admiración, fascinación y culto hacia la figura del héroe en la época actual. Watts hace un muy buen trabajo al incorporar sutilmente la iconografía de John Hughes (Sixteen Candles, 1984; Weird Science, 1985), uno de los máximos representantes del cine adolescente de los años ochenta. Al igual que los filmes de Hughes, Watts no se enfoca en las macabras ansiedades de los jóvenes en torno a las drogas, el alcohol y el sexo, sino que se concentra en temas cotidianos –las dinámicas escolares, principalmente– que todos los adolescentes enfrentan a diario. Watts y el cinefotógrafo Salvatore Totino (Everest, 2015) abrazan el mismo enfoque de las coreografías (en las secuencias de acción) y la puesta en escena (de las batallas) típicas de Marvel; esto significa que las piezas de Spider-Man: Homecoming no son tan llamativas visualmente y son una repetición ruidosa y colorida de la exacerbada pirotecnia visual explotada en las películas de superhéroes. La combinación de la actuación carismática de Tom Holland y su juventud hace que su versión de Peter Parker sea más convincente como un chico de buen carácter, entusiasta, amigable, divertido y confundido –aunque su continua verborrea puede aturdir a algunos–, al mismo tiempo que lo hace ver como un Spider-Man más vulnerable física y psicológicamente que Tobey Maguire y Andrew Garfield, y precisamente ahí, como sus fieles consejeros que le brindan una efectiva capacidad de apoyo se encuentran Tony Stark y su tía May (Marisa Tomei). Por su parte, Adrian Toomes es definitivamente uno de los antagonistas mejor desarrollados que figuran en una película de Marvel hasta la fecha; sus antecedentes y frustraciones le otorgan una capa humana que impulsa el relato porque, incluso, tienen bastante en común con la desesperación que siente Peter al no ser tomado en cuenta como parte de los Vengadores. Keaton hace a su personaje aún más atractivo e interesante mediante su notable actuación siempre enfocada en el resentimiento social de Toomes. En última instancia, Spider-Man: Homecoming no mueve el argumento global del Universo de Marvel hacia adelante como algunos capítulos anteriores de la franquicia lo hacen, así que no esperen muchos adelantos sobre el rumbo que tomará la saga.
Fecha de estreno en México: 6 de julio, 2017.